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14 de julio de 2025 a las 16:40
Despierta tu cerebro: El impacto de la velocidad en videos.
En la era de la inmediatez, donde cada minuto cuenta, la tendencia de acelerar la velocidad de reproducción de podcasts y videos educativos, especialmente entre los jóvenes, ha ganado terreno. La promesa de optimizar el tiempo y absorber conocimiento a un ritmo vertiginoso resulta atractiva, pero ¿a qué costo? Investigaciones recientes arrojan luz sobre las posibles consecuencias cognitivas de esta práctica, sugiriendo que el ahorro de tiempo podría traducirse en una pérdida significativa de aprendizaje.
Un metaanálisis de 24 estudios, centrado en el aprendizaje a través de videoconferencias, comparó el rendimiento de quienes consumían contenido a velocidad normal (1x) con aquellos que lo aceleraban (1.25x, 1.5x, 2x e incluso 2.5x). Los resultados son contundentes: a mayor velocidad, menor retención. Si bien un ligero aumento hasta 1.5x parece tener un impacto mínimo, con una pérdida promedio de apenas un 2%, el panorama cambia drásticamente al superar este umbral. A 2x o más, la pérdida de rendimiento se dispara, oscilando entre un 10% y un 17%. Para ilustrarlo, imaginemos un grupo que obtiene una calificación promedio de 75%. Al acelerar la reproducción a 2.5x, esa media podría desplomarse hasta un 58%.
La explicación reside en los límites de nuestra memoria de trabajo. Este sistema cognitivo, encargado de codificar, almacenar y recuperar información, tiene una capacidad limitada. Cuando el flujo de información oral se acelera excesivamente, la memoria de trabajo se satura, produciendo una sobrecarga cognitiva. Es como intentar llenar un vaso con un torrente de agua: gran parte del líquido se derramará, perdiéndose en el proceso.
La edad también juega un papel crucial. Un estudio incluido en el metaanálisis, que involucró a adultos entre 61 y 94 años, reveló que el impacto negativo de la reproducción acelerada es mayor en personas mayores, lo que sugiere que la disminución de la capacidad de memoria asociada al envejecimiento amplifica los efectos adversos. Para este grupo etario, la recomendación es clara: consumir contenido a velocidad normal o incluso reducirla.
Sin embargo, la historia no termina aquí. Quienes defienden la práctica argumentan que la velocidad acelerada ayuda a mantener la atención, evita distracciones y, por supuesto, ahorra tiempo. En el ámbito educativo, esto podría permitir dedicar más horas a la práctica, la resolución de ejercicios y la consolidación del aprendizaje. Además, se plantea la posibilidad de que la exposición continua a velocidades rápidas pueda entrenar al cerebro, una hipótesis aún sin confirmar. Quizás los jóvenes, más habituados a este tipo de consumo, presenten una mayor adaptación, simplemente por tener más experiencia.
Pero hay otra cara de la moneda: la experiencia subjetiva. El análisis revela que las personas reportan menor disfrute al ver contenido acelerado, lo que podría afectar la motivación a largo plazo. Aprender no debería ser una carrera contra el reloj, sino un proceso de asimilación y comprensión. Si bien la eficiencia es importante, no debemos sacrificar la calidad del aprendizaje en el altar de la velocidad. La clave, como en muchos aspectos de la vida, parece residir en el equilibrio.
Fuente: El Heraldo de México