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14 de julio de 2025 a las 10:40

Descubre el Silencio de la Forma

Sumérjanse en el fascinante universo creativo de Manuel Marín, un artista que ha dedicado cinco décadas a explorar las profundidades del silencio y el vacío. El Museo Casa del Risco se convierte en el escenario perfecto para esta retrospectiva, una celebración de su prolífica carrera donde la pintura y la escultura, dos lenguajes aparentemente dispares, dialogan en una armonía sorprendente. No se trata de dos exposiciones separadas, sino de dos caras de una misma moneda, dos caminos que convergen en la búsqueda incesante de la esencia misma del ser.

Las paredes del museo se visten con 29 óleos de pequeño formato, ventanas a un mundo interior donde la luz y la sombra juegan a tejer la trama del tiempo. Un recorrido simbólico por las horas del día, desde la claridad vibrante del amanecer hasta la misteriosa penumbra de la noche, nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la existencia. Cada pincelada, cada matiz, nos habla de la percepción subjetiva de la realidad, de esa constante tensión entre lo que vemos y lo que creemos ver. Marín nos invita a cuestionarnos qué es real y qué es producto de nuestra propia construcción mental. ¿Qué vemos realmente cuando miramos un paisaje? ¿Qué historias se esconden tras la aparente quietud de la naturaleza?

En contraste con la introspección de las pinturas, las 28 esculturas en metal policromado irrumpen en el espacio con una vitalidad desbordante. Formas orgánicas, flores exuberantes, animales fantásticos y figuras humanas estilizadas se despliegan ante nuestros ojos con un humor sutil y una esquematización visual que cautiva. El color se convierte aquí en protagonista, en un lenguaje directo y vibrante que contrasta con la sobriedad cromática de los óleos. Los primarios y secundarios estallan en una sinfonía visual, enfatizando los detalles, creando narrativas, dotando a cada pieza de una personalidad única. La obra escultórica de Marín es una oda a la vida, una celebración de la forma y el color, una invitación a redescubrir la belleza en lo cotidiano.

La trayectoria de Marín es un viaje constante entre la abstracción y la neofiguración, un territorio intermedio donde la realidad se filtra a través del tamiz de la imaginación. Su obra no busca representar el mundo tal como es, sino tal como lo percibimos, en esa constante tensión entre la representación y la interpretación. Cada pieza es un fragmento de su universo interior, una invitación a adentrarnos en su particular forma de entender y reinterpretar la realidad.

Influenciado por la filosofía, Marín concibe el arte como una herramienta para explorar la subjetividad de la percepción. No existe una única realidad, sino tantas realidades como individuos. Cada uno de nosotros construye su propio mundo visual a partir de los mismos estímulos, y es precisamente esa multiplicidad de perspectivas lo que fascina al artista. Su obra busca capturar esa esencia intangible, esa huella única que cada uno de nosotros deja en el mundo.

Comprometido con su tiempo, Marín reivindica el papel integrador del arte en la sociedad. Recuerda con nostalgia los años 70 y 80, una época en la que el arte se concebía como un vehículo para el cambio social. Performance, proyectos colectivos, intervenciones en el espacio público… El arte como herramienta para construir una identidad colectiva, para generar diálogo y transformar la realidad.

Y como si una exposición individual no fuera suficiente para abarcar la inagotable creatividad de Manuel Marín, el artista también participa en un proyecto colectivo en el marco de la Feria de las Flores del sur de la Ciudad de México. Junto a otros 40 creadores, reinterpreta el simbolismo de la flor en la historia del arte. Una cita imperdible que tendrá lugar el 10 de julio en la Casa Jaime Sabines. No se pierdan la oportunidad de sumergirse en el universo poético y multifacético de Manuel Marín, un artista que nos invita a mirar el mundo con nuevos ojos.

Fuente: El Heraldo de México