
13 de julio de 2025 a las 17:20
Tragedia: Cocodrilo ataca a joven
Un escalofrío recorre la espina dorsal al conocer la tragedia que ha golpeado a la ciudad de Kalimantan Oriental, en Indonesia. El río Santa Ulu, conocido por su belleza natural, se ha convertido en el escenario de una pesadilla. Muhammad Nur Akbar, un joven de tan solo 15 años, ha perdido la vida en las fauces de un monstruoso cocodrilo de 9 metros de longitud. Imaginen la escena: un grupo de amigos, disfrutando de la tarde a la orilla del río, ajenos al peligro que acechaba bajo las turbias aguas. Según testigos presenciales, Muhammad fue advertido del riesgo, se le pidió que no se acercara a la orilla, que la prudencia debía prevalecer. Pero, como suele suceder en la impulsividad de la juventud, ignoró las advertencias. Quiso refrescarse, lavarse los pies en las aguas del río, un gesto tan cotidiano, tan inocente, que se convirtió en una sentencia de muerte.
En un instante, la tranquilidad se transformó en horror. El gigantesco reptil, con una sigilosidad que hela la sangre, emergió de las profundidades y se abalanzó sobre el joven. La mordida, brutal, se centró en la pierna que Muhammad sumergía en el agua. Sus amigos, petrificados por el terror, reaccionaron con valentía desesperada. Intentaron sujetarlo, tirar de su camisa, arrebatárselo a las fauces de la muerte. Pero la fuerza descomunal del cocodrilo era imparable. En una lucha desigual, el reptil se impuso, arrastrando al joven hacia las profundidades del río, ante la mirada impotente de sus compañeros.
La noticia del ataque corrió como la pólvora, sembrando la angustia y el dolor en la comunidad. La policía, alertada de la tragedia, desplegó un operativo de búsqueda contrarreloj. Horas de tensión, de incertidumbre, mientras la esperanza se desvanecía con cada minuto que pasaba. Finalmente, el peor de los presagios se confirmó. El equipo de rescate localizó al cocodrilo, con el cuerpo sin vida de Muhammad aún atrapado en sus fauces. Una imagen desgarradora, que quedará grabada a fuego en la memoria de todos.
Para recuperar el cuerpo del joven, la policía se vio obligada a disparar contra el animal. Un acto doloroso, necesario para devolver a la familia los restos de su hijo. El cuerpo de Muhammad presentaba graves heridas en la pierna y el muslo derecho, testimonio mudo de la ferocidad del ataque. Este trágico suceso vuelve a poner sobre la mesa la convivencia entre el hombre y la naturaleza, la necesidad de respetar el hábitat de estos animales y la importancia de la precaución, especialmente en zonas conocidas por la presencia de especies peligrosas. El río Santa Ulu, antes un lugar de recreo, se ha convertido en un símbolo de luto y dolor, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida. La comunidad de Kalimantan Oriental llora la pérdida de Muhammad, un joven cuya vida fue truncada de manera abrupta y cruel. Que su memoria sirva como una llamada a la prudencia, un recordatorio de que la naturaleza, en su inmensa belleza, también guarda peligros que debemos respetar.
Fuente: El Heraldo de México