
14 de julio de 2025 a las 01:15
Sinaloa, cuna de campeones: Marco Verde triunfa.
La noche culiacanense vibró al ritmo de los guantes y el rugido de la afición. Marco Verde, el hijo predilecto de Sinaloa, pintó de tricolor el ring del Polideportivo Juan S. Millán, demostrando con creces por qué es considerado una de las promesas más brillantes del pugilismo mexicano. Ante un Cristian Montero aguerrido pero superado, Verde desplegó un arsenal técnico que dejó boquiabiertos a los casi dos mil asistentes que abarrotaron el recinto. No fue solo una victoria, fue una declaración de intenciones, una muestra palpable del talento que se forja en tierras sinaloenses.
Desde el tañido inicial de la campana, Verde impuso su ley. Su zurda, certera como un misil, encontró el blanco una y otra vez, haciendo tambalear al colombiano en más de una ocasión. Montero, valiente y con un corazón de guerrero, se negaba a caer, absorbía los golpes con estoicismo y respondía con arrebatos de furia, pero la precisión y la estrategia de Verde eran demasiado. El sinaloense, con la serenidad de un veterano y la pasión de un novato, controlaba el ritmo del combate, moviéndose con agilidad felina, esquivando los embates del colombiano y conectando golpes de poder que resonaban en cada rincón del polideportivo.
La atmósfera era electrizante. El público, entregado a su ídolo, coreaba su nombre, ondeaba banderas mexicanas y alimentaba con su energía la actuación magistral de Verde. Cada round era una nueva demostración de talento, una cátedra de boxeo que confirmaba el ascenso meteórico de este joven pugilista. Montero, a pesar de su resistencia, se veía cada vez más mermado, sus golpes perdían fuerza, su mirada reflejaba el desgaste de una batalla perdida.
El veredicto de los jueces, con tarjetas idénticas de 60-54, solo ratificó lo que todos los presentes ya sabían: Marco Verde era el vencedor indiscutible. Su segunda victoria profesional, la primera en la tierra que lo vio nacer, se convertía en un hito en su carrera, un peldaño más en su camino hacia la gloria. Más allá del resultado, la noche del sábado fue una fiesta del boxeo, una celebración del talento sinaloense y una muestra del fervor que despierta este deporte en el corazón de México. Marco Verde, con su humildad y su entrega, se consolida como un ejemplo para las nuevas generaciones, una prueba de que con disciplina y perseverancia, los sueños pueden hacerse realidad. El futuro se presenta brillante para este joven guerrero, y Sinaloa, y todo México, lo acompañarán en cada paso de su trayectoria. La leyenda de Marco Verde apenas comienza a escribirse.
Fuente: El Heraldo de México