
13 de julio de 2025 a las 04:05
El misterio del metalero: ¿Suicidio o portada maldita?
La figura de Per Yngve Ohlin, "Dead", se alza como un espectro sobre la escena del black metal noruego. Mucho más que un simple vocalista, Dead encarnó la esencia misma de la oscuridad y la obsesión por la muerte que definiría el género. Su historia, trágica y fascinante a partes iguales, trasciende la anécdota musical para convertirse en un estudio sobre la complejidad humana y los límites del arte. Desde su infancia marcada por una experiencia cercana a la muerte, la semilla de la fascinación por lo macabro germinó en su interior. No se trataba de una simple pose, sino de una búsqueda incesante por conectar con un plano existencial que escapaba a la comprensión de la mayoría.
Su paso por Morbid, aunque breve, dejó entrever la tormenta que se avecinaba. En Mayhem, encontró el lienzo perfecto para plasmar sus demonios internos. La "corpse paint", más que un elemento estético, era una declaración de principios, una máscara mortuoria que le permitía trascender su propia mortalidad. Sus actuaciones en vivo eran auténticos rituales de transgresión, donde la automutilación y la parafernalia macabra buscaban romper la barrera entre el artista y el público, sumergiéndolos en una experiencia visceral e inquietante. No cantaba sobre la muerte, la vivía en cada aliento, en cada corte, en cada grito desgarrador.
La casa de Kråkstad, escenario de su último acto, se convirtió en un santuario de la oscuridad. Allí, entre las sombras y el silencio, Dead se enfrentó a sus demonios en una batalla final que culminó en un acto de autodestrucción. La nota de suicidio, un grito silencioso de dolor y desesperación, refleja el tormento interno que lo consumía. "Disculpen la sangre", un eco fantasmal que resonaría en los anales del black metal.
La controversia que rodea la muerte de Dead, alimentada por las acciones de Euronymous, añade una capa aún más oscura a la tragedia. La fotografía del cuerpo, convertida en macabra portada de un álbum pirata, y los rumores sobre los fragmentos de cráneo, traspasaron los límites de la decencia y el respeto, elevando a Dead a la categoría de icono mártir. Un acto de profanación o un homenaje extremo, según la interpretación, que contribuyó a forjar la leyenda negra del black metal noruego.
El legado de Dead es complejo y contradictorio. Para algunos, un genio incomprendido que llevó el arte al extremo. Para otros, un ejemplo trágico de la autodestrucción y la fascinación por la muerte. Lo innegable es que su figura sigue fascinando y perturbando a partes iguales, generando un debate que trasciende las fronteras de la música. Su historia nos obliga a confrontar nuestra propia mortalidad, a explorar los rincones más oscuros de la psique humana y a cuestionar los límites de la expresión artística. Dead, el hombre que murió para vivir eternamente en la memoria colectiva del black metal.
Fuente: El Heraldo de México