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13 de julio de 2025 a las 16:40

Despierta a tu gata: El secreto tras su letargo

El letargo felino: ¿pereza o falta de instinto? A menudo, vemos a nuestros gatos dormitando plácidamente durante horas, ajenos al mundo que les rodea. Esta aparente indolencia, que muchos atribuyen a la simple pereza, puede esconder una realidad mucho más profunda y compleja: la desconexión con su esencia depredadora. Lejos de ser un mero capricho, la caza es una necesidad intrínseca en los felinos, un comportamiento arraigado en su ADN que va más allá de la simple obtención de alimento. Implica una secuencia de acciones –acechar, perseguir, capturar– que estimula tanto su mente como su cuerpo, manteniéndolos en equilibrio.

Imaginemos un gato doméstico, con todas sus necesidades básicas cubiertas: alimento balanceado, un hogar seguro y cálido. Aparentemente, lo tiene todo. Sin embargo, si no se le proporciona la oportunidad de ejercitar su instinto cazador, puede experimentar una serie de problemas, desde frustración y sobrepeso hasta estrés, trastornos del sueño e incluso agresividad. En otros casos, como el de Lila, la gata mencionada en el artículo de La Vanguardia, la falta de estímulos predatorios se manifiesta como una apatía generalizada, una desconexión con su entorno que la lleva a un estado de letargo casi permanente. No se trata de depresión, sino de una falta de propósito, una carencia vital que apaga su chispa interior.

La solución, afortunadamente, es sencilla y está al alcance de todos. No requiere costosos aparatos ni complicadas estrategias, sino una comprensión más profunda de la naturaleza felina. Juegos que simulen la caza, como plumas que revolotean, ratones de juguete que se escabullen o premios escondidos que despierten su curiosidad, son herramientas poderosas para activar su instinto depredador. Crear túneles improvisados con mantas o cajas de cartón también puede ser una excelente forma de fomentar la exploración y el acecho.

Los expertos recomiendan dedicar al menos dos sesiones diarias de 10 a 15 minutos a este tipo de juegos, siempre respetando los tiempos y límites del animal, evitando la sobreestimulación. Los beneficios son notables: mejora su condición física, regula su apetito, reduce la ansiedad y, lo más importante, fortalece el vínculo con su cuidador. Al jugar con nuestro gato, no solo le estamos proporcionando entretenimiento, sino que estamos satisfaciendo una necesidad fundamental para su bienestar físico y emocional. Le estamos devolviendo la oportunidad de ser, en esencia, un gato.

Es importante destacar que cualquier cambio repentino o prolongado en el comportamiento de nuestro felino debe ser consultado con un veterinario para descartar cualquier problema de salud subyacente. Si se descarta una causa médica, entonces podemos enfocarnos en enriquecer su entorno y proporcionarle los estímulos que necesita para conectar con su instinto natural. Como señala la conductista Desirèe Olmeda, muchos dueños atribuyen la inactividad de sus gatos a la edad o la pereza, cuando en realidad lo que necesitan son desafíos que los conecten con su esencia depredadora. Un gato que no juega, no explora ni se activa, no está necesariamente aburrido, sino desestimulado. La clave está en proporcionarle las herramientas para que pueda expresar su naturaleza felina y recuperar su vitalidad. Al fin y al cabo, un gato feliz es un gato que caza, aunque sea en la seguridad y comodidad de nuestro hogar.

Fuente: El Heraldo de México