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13 de julio de 2025 a las 07:30
Comunidad se une para graduar a estudiante
La historia de Axel Uriel Rosas Aguilar nos recuerda la importancia de la empatía y la solidaridad en un mundo que a veces parece olvidarlas. Imaginen la escena: un joven de 19 años, huérfano desde la infancia, que ha luchado con uñas y dientes para mantenerse en el sistema educativo, trabajando desde temprana edad para costear sus estudios, creyendo que su beca lo cubría todo. A punto de culminar una etapa crucial en su vida, a punto de celebrar su graduación del CETIS 59 en Torreón, Coahuila, se le niega la posibilidad de participar en la foto de generación, de vestir la toga y el birrete, símbolos del triunfo y la perseverancia. ¿Su delito? Un adeudo de colegiaturas que desconocía, una deuda que ascendía a 9 mil 70 pesos, más 900 pesos por el paquete de graduación.
La imagen de Axel, solo y abatido en un salón vacío, mientras sus compañeros se preparaban para la foto, se viralizó en redes sociales. Esa fotografía, compartida inicialmente por una compañera, se convirtió en un grito silencioso que resonó en miles de corazones. La indignación fue inmediata, la empatía se desbordó. ¿Cómo podía ser que un joven que había superado tantas adversidades, que había demostrado una tenacidad admirable, fuera marginado de un momento tan importante por una cuestión económica?
La historia de Axel no es solo la historia de un joven excluido de una fotografía. Es la historia de la precariedad que viven muchos estudiantes en México, de las dificultades que enfrentan para acceder a la educación, de la falta de información y de apoyo que a veces experimentan. Es un reflejo de un sistema que, en ocasiones, parece más enfocado en el cobro de cuotas que en el bienestar integral de sus alumnos.
Pero la historia de Axel también es una historia de esperanza, de la fuerza de la comunidad, del poder de las redes sociales para movilizar a la gente en torno a una causa justa. En menos de 24 horas, la solidaridad se hizo presente. Donativos, padrinazgos, mensajes de apoyo inundaron las redes. La cantidad requerida para cubrir la deuda y el paquete de graduación se recaudó rápidamente, e incluso se superó, permitiendo a Axel no solo participar en la ceremonia, sino también recibir regalos y estímulos adicionales.
La graduación de Axel en el Teatro Nazas, en el centro histórico de Torreón, se convirtió en un símbolo de la victoria colectiva. No solo era la celebración del logro académico de un joven perseverante, sino también la celebración de la empatía, de la solidaridad, de la capacidad de la sociedad para unirse y corregir una injusticia. La historia de Axel nos recuerda que la educación es un derecho, no un privilegio, y que todos, como sociedad, tenemos la responsabilidad de garantizar que ningún joven se vea privado de oportunidades por falta de recursos. Este caso, más allá de la anécdota, nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir un sistema educativo más inclusivo y justo, un sistema que priorice el bienestar de sus estudiantes y que les brinde las herramientas necesarias para alcanzar su pleno potencial. Axel, sin saberlo, se convirtió en un catalizador del cambio, en un recordatorio de que juntos podemos construir un futuro mejor. Su historia, grabada no solo en su certificado de graduación, sino también en la memoria colectiva de Torreón y del país, nos inspira a seguir luchando por una educación accesible y de calidad para todos.
Fuente: El Heraldo de México