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12 de julio de 2025 a las 20:50
Siembra un futuro: Huertos en prisión
Tras los muros que limitan la libertad, florece una esperanza verde. En los centros penitenciarios de la Ciudad de México, un programa innovador está transformando no solo el paisaje, sino también las vidas de quienes se encuentran privados de su libertad. La iniciativa de huertos urbanos, impulsada por la Secretaría de Seguridad Ciudadana, va más allá de la simple siembra; es una semilla de reinserción social que germina en tierra fértil.
Imaginemos, por un momento, el gris cemento de una prisión contrastando con el vibrante verde de las hojas de lechuga, el intenso morado del betabel y el amarillo brillante de las flores de calabaza. Este es el panorama que se replica en ocho centros penitenciarios de la capital, donde los internos participan activamente en el cultivo de hortalizas, plantas medicinales y aromáticas, e incluso en la cría de animales de traspatio. Más que un simple pasatiempo, esta actividad se convierte en una herramienta poderosa para la reconstrucción personal y la adquisición de habilidades prácticas.
No se trata solo de sembrar y cosechar. El programa contempla una formación integral que abarca desde los fundamentos de la agricultura urbana y la reforestación, hasta la gestión sostenible de los recursos. Los participantes aprenden a trabajar la tierra, a comprender los ciclos naturales, a cuidar de los cultivos y a valorar el fruto de su propio esfuerzo. Este proceso, además de proporcionarles conocimientos técnicos aplicables en el futuro, les inculca valores como la paciencia, la responsabilidad y el trabajo en equipo.
La colaboración interinstitucional es clave en el éxito de esta iniciativa. La Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo, a través del ICAT, y la Secretaría del Medio Ambiente, mediante la CORENADR, aportan su experiencia y recursos para brindar una capacitación especializada. De esta manera, se garantiza que los internos reciban la formación adecuada para desarrollar un oficio con potencial de autoempleo una vez que recuperen su libertad.
El impacto de este programa trasciende los muros de la prisión. Al promover la autosuficiencia alimentaria y el respeto al medio ambiente, se contribuye a la construcción de una sociedad más justa y sostenible. Las hortalizas cultivadas orgánicamente no solo enriquecen la dieta de los internos, sino que también representan una alternativa saludable y económica. Además, la incorporación de especies polinizadoras y la creación de espacios verdes dentro de los centros penitenciarios contribuyen a la mejora del entorno y la biodiversidad urbana.
El verdadero valor de esta iniciativa radica en su capacidad transformadora. Al brindar a las personas privadas de su libertad la oportunidad de aprender, de crear y de contribuir a la sociedad, se les devuelve la dignidad y la esperanza. Los huertos urbanos se convierten así en un símbolo de renacimiento, un espacio donde se cultiva no solo la tierra, sino también el futuro. Es una apuesta por la reinserción social efectiva, que reconoce el potencial de cada individuo y le ofrece las herramientas para construir una nueva vida, más allá de los errores del pasado. Es, en definitiva, una prueba tangible de que incluso en los lugares más inesperados, la vida puede florecer con fuerza y belleza.
Fuente: El Heraldo de México