
12 de julio de 2025 a las 09:05
Chocolate: ¡quita el antojo y salda tu deuda!
La vorágine informativa que nos rodea a veces nos deja perplejos. De un lado, la incansable labor de nuestra presidenta, quien, cual Atlas moderno, carga sobre sus hombros el peso de un país entero, abordando temas tan dispares como la evasión fiscal de magnates –con nombre y apellido, Ricardo Salinas Pliego–, y la alimentación infantil, con la innovadora propuesta del "Chocolate del Bienestar". Un producto que, a decir de las autoridades, promete nutrir a las futuras generaciones y alejarlas de las garras de la comida chatarra. Una verdadera panacea contra la obesidad, la diabetes y demás males modernos. ¿Será que este chocolate milagroso logrará endulzar el panorama nacional y, de paso, convencer al señor Salinas Pliego de cumplir con sus obligaciones fiscales? La pregunta queda en el aire.
Mientras tanto, en el ámbito de la seguridad, el siempre eficaz Omar García Harfuch nos sorprende con sus dotes detectivescas, capaces de localizar vagones cisterna perdidos en la inmensidad del desierto, aunque el misterio de las locomotoras ausentes siga sin resolverse. Un enigma que, sin duda, mantendrá en vilo a los amantes del misterio y la intriga.
Volviendo al tema del chocolate, la señora María Luisa Albores, directora de Seguridad Alimentaria –un cargo que, en sí mismo, genera curiosidad–, nos desvela la fórmula mágica de este elixir infantil: 50% de cacao, dividido en un 40% de pasta de cacao y un 10% de manteca de cacao –una combinación que, para los no iniciados en el arte chocolatero, suena redundante, pero que seguramente esconde secretos ancestrales–, 35% de azúcar de caña "natural" –cabe preguntarse qué diferencia a la caña natural de la artificial, un dilema que nos deja con la miel en los labios–, un toque de vainilla natural, lecitina de soya "muy poca" –¿natural también? La duda persiste– y, por último, el ingrediente secreto: sal. Sal naturalísima, por supuesto.
Una golosina sana, nos aseguran, un "punch" de energía –disculpen el anglicismo, pero la señora Albores lo ha dicho– que nada tiene que ver con el subidón de azúcar de las golosinas convencionales. Y todo ello, a pesar de lucir los mismos sellos de advertencia que adornan los empaques de las marcas internacionales, esas mismas que representan el "imperialismo" –ya sea de ayer o de hoy–, como Hershey’s o Carlos V.
Pero no se preocupen, esos sellos, lejos de ser una señal de alarma, son la garantía de que el producto es saludable. Una paradoja digna de análisis, sin duda. Gracias a ellos, podemos saber si lo que consumimos es bueno para nuestro cuerpo. Una lógica aplastante que nos deja sin palabras.
En resumen, el "Chocolate del Bienestar" se presenta como la solución a todos los males de la infancia mexicana, una promesa de salud y prosperidad para las futuras generaciones. Un producto que, además de nutrir, nos invita a reflexionar sobre la compleja realidad nacional, donde la evasión fiscal, la seguridad pública y la alimentación infantil convergen en un mismo escenario. Un escenario que, como el chocolate en cuestión, mezcla lo dulce con lo amargo, lo natural con lo artificial, y lo real con lo surrealista. Y todo ello, bajo la atenta mirada de nuestra presidenta, quien, como una experta alquimista, busca la fórmula perfecta para el bienestar de la nación.
Fuente: El Heraldo de México