La indignación recorre las venas digitales de Puebla. Un video, crudo y desgarrador, ha incendiado las redes sociales, mostrando la fría indiferencia ante la tragedia humana. En él, se observa el instante preciso en que una camioneta blanca, a toda velocidad, arrolla a un peatón desprevenido en la intersección de la 31 Poniente y 21 Sur. La mañana del 11 de julio se tiñó de gris, marcando un nuevo capítulo de impunidad en las calles de la ciudad.

El hombre, con una bolsa en mano, caminaba ajeno al peligro que se cernía sobre él. Una distracción fatal, un segundo de descuido, y la brutal fuerza del metal le arrebató la tranquilidad. La camioneta lo impactó con violencia, pasándole por encima sin piedad. Lo que siguió heló la sangre de quienes presenciaron la escena, tanto virtual como presencialmente: el conductor, en lugar de auxiliar a la víctima, optó por la cobardía. Echó reversa, esquivando el cuerpo tendido en el asfalto como si se tratara de un obstáculo insignificante, y huyó sin mirar atrás, abandonando a su suerte al hombre que yacía inerte sobre el pavimento.

La frialdad del acto ha generado una ola de repudio en la comunidad digital. Las imágenes, sensibles y perturbadoras, se han viralizado rápidamente, acompañadas de un clamor unánime: justicia. "¿Ok y las miles de cámaras para qué están?", cuestiona un usuario, reflejando la frustración colectiva ante la aparente ineficacia de los sistemas de vigilancia pública. "Porque siempre son las cámaras de particulares (sí esas que quieren prohibir y retirar) las que captan todos los robos, asesinatos y accidentes y las de seguridad ni prendidas están??", agrega otro, subrayando la paradoja de una seguridad ciudadana que depende de la iniciativa individual.

La incertidumbre se cierne sobre la identidad de la víctima y su estado de salud. Mientras las autoridades guardan silencio, la sociedad digital se ha movilizado, compartiendo el video y exigiendo la identificación y captura del responsable. La indignación se mezcla con la impotencia, con la amarga sensación de que la vida humana se ha vuelto un valor desechable en el frenesí del asfalto. El clamor por justicia resuena en cada clic, en cada comentario, en cada retuit. ¿Hasta cuándo la impunidad seguirá campando a sus anchas en las calles de Puebla? ¿Hasta cuándo las víctimas quedarán abandonadas a su suerte, mientras los responsables se desvanecen en la bruma de la indiferencia? Estas son las preguntas que flotan en el aire, esperando respuestas que, por el momento, se niegan a aparecer.

Más allá del impacto inmediato, este incidente pone sobre la mesa la necesidad de reforzar la seguridad vial, de implementar medidas efectivas que protejan a los peatones y sancionen con rigor a quienes infringen las normas de tránsito. La educación vial, la responsabilidad al volante y la conciencia ciudadana son piezas clave en la construcción de un entorno urbano más seguro para todos. El caso del atropello en la 31 Poniente y 21 Sur debe servir como un llamado a la reflexión, un recordatorio de que la vida humana es un valor invaluable que debe ser protegido por encima de cualquier otra consideración. La justicia, aunque lenta, debe llegar, y la sociedad, unida en su indignación, no descansará hasta que el responsable sea llevado ante ella.