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13 de julio de 2025 a las 02:50

Alerta: Peste bubónica cobra su primera víctima en EE.UU.

La sombra de la peste bubónica se cierne nuevamente sobre Arizona tras la confirmación del fallecimiento de un residente del norte del estado. Este trágico suceso, el primero en casi dos décadas, nos recuerda la persistente amenaza de esta enfermedad, una enfermedad que, si bien es tratable con antibióticos en la actualidad, reviste una alta peligrosidad si no se diagnostica y trata a tiempo. El silencio en torno a la identidad de la víctima, amparado en la necesaria confidencialidad, no hace sino aumentar la inquietud y nos recuerda la importancia de la prevención.

A pesar de los esfuerzos del personal médico del Northern Arizona Healthcare (NAH), quienes administraron el tratamiento inicial e intentaron reanimar al paciente, lamentablemente el desenlace fue fatal. Este hecho subraya la gravedad de la peste bubónica y la necesidad de una respuesta rápida ante la menor sospecha. Si bien el comunicado del NAH confirma que se brindó la atención adecuada, la velocidad con la que la enfermedad puede progresar nos obliga a estar alerta y a conocer los síntomas para buscar ayuda médica de inmediato.

La peste, causada por la bacteria Yersinia pestis, resuena en la memoria colectiva como la responsable de la devastadora peste negra que asoló Europa en el siglo XIV. Aunque hoy en día su incidencia es considerablemente menor, con un promedio de siete casos anuales en Estados Unidos, la noticia de este fallecimiento nos recuerda que la amenaza no ha desaparecido por completo. De hecho, la existencia de tres variantes de la peste –bubónica, septicémica y neumónica– añade complejidad al panorama.

De estas tres formas, la peste neumónica es la más preocupante, dado que afecta directamente a los pulmones y se propaga fácilmente a través de las gotículas respiratorias. La peste bubónica, la variante que afectó al residente de Arizona, se caracteriza por la inflamación de los ganglios linfáticos, mientras que la peste septicémica se disemina por el torrente sanguíneo, ambas con consecuencias potencialmente devastadoras si no se tratan a tiempo.

La transmisión de la peste ocurre principalmente a través de la picadura de pulgas infectadas que parasitan roedores silvestres, como ratas y perros de las praderas. Sin embargo, el contacto directo con fluidos de animales infectados o muertos también representa un riesgo significativo. Esta información es crucial para quienes viven o trabajan en áreas rurales, donde la interacción con la fauna silvestre es más frecuente.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han identificado zonas de mayor riesgo, principalmente en áreas rurales del norte de Arizona, Nuevo México, el sur de Colorado, California, el sur de Oregón y el oeste de Nevada. Residir o transitar por estas zonas exige una mayor precaución y conocimiento de las medidas preventivas.

Ante esta situación, las autoridades sanitarias hacen un llamado a la población a extremar las precauciones. Evitar el contacto con roedores, abstenerse de manipular animales muertos sin la protección adecuada y controlar la presencia de pulgas en las mascotas domésticas son medidas fundamentales para minimizar el riesgo. Además, es importante estar atentos a cualquier síntoma como fiebre alta, escalofríos, inflamación de los ganglios linfáticos y malestar general. En caso de presentar alguno de estos síntomas, especialmente si se ha estado en contacto con roedores o en zonas de riesgo, es crucial buscar atención médica inmediata. La rapidez en el diagnóstico y el tratamiento son vitales para combatir esta enfermedad y evitar consecuencias fatales.

Fuente: El Heraldo de México