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11 de julio de 2025 a las 04:55

Sobrevive caída tras choque eléctrico en parapente

La adrenalina se mezclaba con el pánico en el aire, mientras la tela colorida del parapente se enredaba en la fría maraña de cables eléctricos. Un instante antes, la figura surcaba el cielo con la libertad de un pájaro, desafiando la gravedad sobre las aguas imponentes del río Rojo. Ahora, la escena se transformaba en una pesadilla en tiempo real, capturada por la lente incrédula de un testigo. El vídeo, difundido a la velocidad de la luz en las redes sociales, mostraba la caída abrupta, el chapoteo violento contra la corriente y la incertidumbre que helaba la sangre de quienes observaban. Grand Forks, Dakota del Norte, se convertía en el escenario de un accidente que recordaba la fragilidad de la vida y la imprevisibilidad del destino.

Dusty Howlett y Nate Millard, nombres que ahora resonaban en la comunidad, se encontraban en el lugar equivocado, o quizás, en el momento justo. Su testimonio, crudo y conmocionado, reconstruía los segundos cruciales. Howlett, con la cámara aún temblando en sus manos, describía la incredulidad inicial: "Jamás imaginé ver algo así. Los cables eran prácticamente invisibles contra el cielo. Dejé de grabar al instante, el instinto me gritaba que llamara al 911". La voz de Howlett, aún cargada de la tensión del momento, transmitía la urgencia y el miedo que se apoderó de todos los presentes.

La presa Riverside, testigo silencioso del drama, reflejaba en sus aguas la angustia de la espera. Millard, en una entrevista posterior, confesaba el nudo en su garganta mientras corrían hacia la rampa del bote. Cada segundo se estiraba como una eternidad, la imagen del parapente hundiéndose en el río Rojo les taladraba el alma. ¿Habría sobrevivido? La pregunta flotaba en el aire, pesada como el silencio que precedió al rescate.

Entonces, un milagro. Una cabeza emergiendo entre las turbulentas aguas. Un grito ahogado de alivio que rompía la tensión. El parapentista estaba vivo. La noticia corrió como la pólvora, un bálsamo para los corazones acongojados. Howlett, con la voz quebrada por la emoción, elogiaba la respuesta inmediata de los servicios de emergencia: "Tres minutos. Solo tres minutos tardaron en llegar la policía, los bomberos, el equipo de rescate. Una eficiencia asombrosa. Les debemos la vida de ese hombre". El testimonio de Howlett no solo destacaba la valentía y profesionalidad de los rescatistas, sino que también resaltaba la importancia de la preparación y la coordinación en situaciones de emergencia.

El accidente del parapentista en Grand Forks se convertía en un recordatorio de la delgada línea que separa la aventura del peligro. Las heridas leves del accidentado, casi un milagro considerando las circunstancias, abrieron el debate sobre la seguridad en los deportes extremos y la necesidad de una mayor señalización en zonas de riesgo. Mientras tanto, el video del incidente seguía circulando en redes sociales, un testimonio visual del poder de la naturaleza, la fragilidad humana y la importancia de la solidaridad en momentos de crisis. La historia del parapentista que desafió al cielo y se enfrentó a la corriente, se convertía en una lección de supervivencia y un homenaje a la rápida respuesta de quienes, en la tierra, lucharon por devolverle la vida.

Fuente: El Heraldo de México