
11 de julio de 2025 a las 09:20
Rompe el ciclo: No más violencia.
La creciente ola de inconformidad que se ha manifestado en las colonias Roma-Condesa nos obliga a una profunda reflexión sobre el tejido social y las transformaciones urbanas que estamos viviendo. Más allá de los lamentables actos vandálicos ocurridos el viernes pasado, que condenamos enérgicamente y que deben ser investigados y sancionados con el rigor de la ley, subyace una problemática compleja que exige soluciones integrales y no meros paliativos.
No podemos ignorar el grito desesperado de quienes ven cómo su entorno, su historia y su forma de vida se ven alterados por un proceso de transformación urbana que, si bien puede traer consigo beneficios económicos, también genera desplazamiento, desigualdad y una profunda sensación de desarraigo. La gentrificación, ese fenómeno que transforma barrios tradicionales en espacios exclusivos para las élites, es una realidad que no podemos negar y que debemos abordar con responsabilidad y sensibilidad.
Es fundamental entender que la violencia no es el camino. Si bien la frustración y la indignación son comprensibles, la destrucción de comercios, muchos de ellos propiedad de familias mexicanas que luchan día a día por su sustento, no es la respuesta. Es necesario canalizar esa energía hacia la construcción de un diálogo constructivo, donde las voces de todos los actores involucrados sean escuchadas y se busquen soluciones que beneficien al conjunto de la comunidad.
La apertura de una mesa de diálogo, como la propuesta por el diputado Sergio Mayer Bretón, es un paso fundamental en la dirección correcta. En este espacio, vecinos, autoridades, empresarios y expertos deben trabajar de la mano para diseñar políticas públicas que permitan un desarrollo urbano sostenible e inclusivo. Es crucial que se implementen mecanismos de regulación que protejan a los residentes tradicionales del desplazamiento, se promueva la creación de vivienda asequible y se fomenten proyectos que fortalezcan la identidad y el patrimonio cultural de la zona.
La transformación de las ciudades es un proceso inevitable, pero no tiene por qué ser sinónimo de exclusión y conflicto. Es posible encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y el bienestar social, entre la modernización y la preservación de la identidad cultural. Para lograrlo, es indispensable que todos los actores involucrados asumamos nuestra responsabilidad y trabajemos juntos en la construcción de un futuro compartido, donde la diversidad y la inclusión sean los pilares de una convivencia pacífica y próspera. No podemos permitir que la polarización y la violencia se apoderen de nuestras calles. El diálogo, la empatía y la búsqueda de soluciones conjuntas son las herramientas que nos permitirán construir un futuro mejor para todos. La Ciudad de México, con su riqueza cultural y su vibrante energía, merece un futuro donde todos sus habitantes, sin importar su origen o su condición socioeconómica, puedan vivir con dignidad y en armonía.
Fuente: El Heraldo de México