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11 de julio de 2025 a las 05:15
Muñecos Labubus: ¿Posesión o paranoia?
La fiebre por los Labubus, esos adorables monstruos de ojos saltones y sonrisa pícara, ha dado un giro inesperado. Lo que comenzó como una tendencia global, impulsada por celebridades y coleccionistas, ahora se ve empañado por una sombra de misterio y temor. En el epicentro de la controversia se encuentra una inquietante teoría: la supuesta posesión demoníaca de estos juguetes.
Redes sociales como Twitter, Instagram y TikTok se han inundado de testimonios escalofriantes. Usuarios de todo el mundo relatan experiencias inexplicables tras adquirir un Labubu: desde persistentes dolores de cabeza y pesadillas vívidas, hasta objetos que se mueven solos y una atmósfera general de inquietud en sus hogares. Algunos incluso afirman haber presenciado cambios físicos en sus muñecos, como sonrisas que se ensanchan de forma siniestra y ojos que parecen brillar con una luz propia en la oscuridad.
El caso de Samantha Valencia, reconocida influencer con millones de seguidores, ha avivado aún más las llamas de la controversia. En un video que rápidamente se volvió viral, Valencia no solo respaldó la teoría de la posesión demoníaca, sino que también compartió el aterrador relato de una madre cuya hija habría presenciado la transformación de su Labubu en tiempo real. El testimonio de la niña, que describe cómo el muñeco sonreía de forma grotesca y sus ojos cambiaban de color, ha generado escalofríos entre los internautas.
La conexión con Pazuzu, un antiguo demonio mesopotámico conocido por su papel en la película "El Exorcista", ha añadido una capa extra de terror a la narrativa. La supuesta similitud entre el nombre "Labubu" y la palabra acadia "labbu", asociada con demonios, ha sido interpretada por algunos como una prueba irrefutable de la influencia maligna de estos juguetes. Imágenes y videos de personas quemando o desechando sus Labubus se han multiplicado en las redes, acompañados de relatos de alivio y liberación tras deshacerse de los supuestos objetos malditos.
La respuesta de Pop Mart, la empresa distribuidora de los Labubus, no ha hecho más que alimentar la especulación. Un comunicado con un tono satírico, que pretendía minimizar las acusaciones paranormales, fue interpretado por algunos como una tácita admisión de culpa. Esta ambigüedad, lejos de calmar las aguas, ha contribuido a la creciente histeria colectiva.
Mientras tanto, psicólogos y expertos en redes sociales señalan que este fenómeno es un claro ejemplo de cómo los rumores y las teorías conspirativas pueden propagarse como la pólvora en el entorno digital. La sugestión, el miedo a lo desconocido y la necesidad de pertenencia a una comunidad, son factores que contribuyen a la viralización de este tipo de creencias, incluso en ausencia de pruebas concretas.
¿Se trata de un caso real de posesión demoníaca o simplemente de una elaborada fantasía colectiva? La respuesta, por ahora, se pierde en la niebla de la incertidumbre. Lo que es innegable es el impacto que esta controversia ha tenido en la imagen de los Labubus, transformando a estos adorables muñecos en el centro de una pesadilla digital. El debate continúa abierto, y solo el tiempo dirá si la verdad detrás del misterio de los Labubus saldrá a la luz.
Fuente: El Heraldo de México