
11 de julio de 2025 a las 05:50
Jota: Nuevo testigo, nueva verdad
La tragedia que segó la vida de los futbolistas Diogo Jota y André Silva en la A-52 ha abierto una caja de Pandora. Lo que en principio parecía un accidente causado por exceso de velocidad, según el informe preliminar de la Guardia Civil, se ha convertido en un complejo rompecabezas con la aparición de testimonios que contradicen la versión oficial. El dolor por la pérdida de los jóvenes deportistas se mezcla ahora con la incertidumbre y la indignación ante las posibles deficiencias de la vía.
José Aleixo Duarte, el camionero portugués que presenció el fatal accidente, ha sido contundente en sus declaraciones: los hermanos Jota circulaban a una velocidad moderada. Sus palabras resuenan con fuerza, sembrando la duda sobre la precisión del informe policial. "Iban tranquilos, no cometieron ninguna infracción", afirma Duarte, quien además describe sus infructuosos intentos por sofocar las llamas que envolvieron el Lamborghini. La imagen del fuego voraz, imposible de controlar, se suma a la desolación del relato. Pero Duarte va más allá y apunta a un posible factor clave: el estado de la carretera. "La ruta está llena de defectos, y eso puede haber influido. Nadie debería morir así", advierte con pesar.
Las palabras del camionero encuentran eco en el análisis técnico de Javier López Delgado, presidente de la Asociación de Auditores de Seguridad Vial (Asevi). Delgado descarta una única causa y habla de una "conjunción de elementos". Si bien reconoce indicios de velocidad, también señala posibles problemas de adherencia, un posible reventón de una rueda y, crucialmente, un deficiente diseño de la barrera de contención. "En lugar de proteger, pudo haber agravado el impacto", sentencia Delgado, poniendo el foco en las responsabilidades que podrían ir más allá de la conducta de los conductores.
Ante estas contradicciones, la opinión pública exige respuestas. El accidente ha reavivado el debate sobre la seguridad en la A-52, una vía que, según denuncian diversos sectores, arrastra un historial de accidentes fatales. Las miradas se dirigen ahora hacia las autoridades competentes. ¿Se ha escatimado en el mantenimiento de la carretera? ¿Son adecuadas las medidas de seguridad? ¿Se podrían haber evitado estas muertes?
La investigación sigue su curso, pero el caso Jota-Silva ha trascendido lo meramente policial. Se ha convertido en un símbolo de la precariedad de algunas infraestructuras viarias y de la necesidad de una mayor inversión en seguridad. Mientras tanto, el duelo por la pérdida de dos jóvenes promesas del fútbol se entremezcla con la amarga sensación de que, quizás, su trágico final pudo haberse evitado. La búsqueda de la verdad se antoja crucial, no solo para honrar la memoria de las víctimas, sino para evitar que tragedias similares se repitan en el futuro. La A-52, bajo el escrutinio público y la presión de los expertos, se convierte en el escenario de un debate que urge respuestas y acciones concretas.
Fuente: El Heraldo de México