
11 de julio de 2025 a las 18:55
Huesos en la Guerrero: ¿Un panteón olvidado?
Un escalofrío recorre la historia de la Ciudad de México. Los huesos que susurran desde las entrañas de la colonia Guerrero nos transportan a un pasado olvidado, a un tiempo en que la muerte bailaba un vals macabro con la vida. Imaginen, estimados lectores, la epidemia de viruela de 1758, un fantasma implacable que segó más de cuarenta mil vidas, obligando a la Iglesia a ceder las huertas del convento de San Andrés para dar sepultura a la inmensa tragedia. Así nació el cementerio de Santa Paula, un lugar de eterno descanso para miles de almas, incluyendo figuras icónicas de nuestra historia como Leona Vicario, Pedro Romero y Guadalupe Victoria. ¿Quiénes caminaron por estas calles antes que nosotros? ¿Qué historias guardan estos huesos que ahora emergen a la luz?
El cementerio de Santa Paula, más que un simple camposanto, se convirtió en un espejo de la turbulenta historia de México. Imaginen la curiosa, casi surrealista, historia de la pierna de Antonio López de Santa Anna, enterrada y desenterrada al ritmo de sus ascensos y caídas políticas. Un macabro trofeo, un símbolo del poder efímero, paseado por las calles como un grito de victoria o de repudio. ¿Qué pensaría el propio Santa Anna de este peculiar destino para una parte de su cuerpo? ¿Un acto de venganza popular, una burla cruel o un extraño homenaje?
El terremoto de 1858, como un rugido de la tierra, selló el destino de Santa Paula. El panteón, herido de muerte, cerró sus puertas, dejando tras de sí un legado de silencio y olvido. La ciudad, imparable en su crecimiento, se extendió sobre las tumbas olvidadas. Edificios y comercios se alzaron sobre los huesos que ahora, siglos después, emergen como un susurro del pasado. ¿Cuántos de nosotros hemos caminado, sin saberlo, sobre las tumbas de estos personajes históricos? ¿Cuántos secretos yacen aún bajo el asfalto y el concreto de la colonia Guerrero?
La investigación de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México arrojará luz sobre este fascinante descubrimiento. Sin embargo, más allá de la confirmación científica, estos restos nos invitan a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, la inexorable marcha del tiempo y la importancia de preservar nuestra memoria histórica. Cada hueso, cada fragmento de historia que emerge del subsuelo, es una pieza de un rompecabezas que nos ayuda a comprender quienes somos y de dónde venimos. Es un recordatorio de que la historia no se escribe solo en los libros, sino también en la tierra que pisamos, en los muros que nos rodean, en los huesos que susurran desde el pasado. ¿Qué otras historias ocultas esperan ser descubiertas en las entrañas de nuestra ciudad? ¿Qué otros secretos nos revelará el futuro?
Fuente: El Heraldo de México