
11 de julio de 2025 a las 09:35
Descubre los secretos del arte falso
El fascinante mundo del arte se ve ensombrecido por la persistente amenaza de la falsificación, una práctica tan antigua como el arte mismo. Desde las ingeniosas réplicas atribuidas al mismísimo Miguel Ángel, hasta las prolíficas creaciones apócrifas de Elmyr de Hory, la historia del arte está intrínsecamente ligada a la de sus imitadores. Nos encontramos ante una problemática compleja, donde la delgada línea entre la copia y la falsificación se difumina en un mercado cada vez más opaco.
A pesar de los continuos debates entre expertos en derechos de autor, historiadores, restauradores y peritos, la legislación actual, concretamente la Ley Federal de Derechos de Autor (LFDA, 1996), se muestra insuficiente para combatir eficazmente este delito. Si bien el INDAUTOR impone sanciones administrativas y el Código Penal Federal castiga penalmente la falsificación, la realidad es que la protección legal se inclina hacia las obras registradas, dejando en una situación vulnerable a un gran número de creaciones artísticas.
La escasez de investigaciones y estudios profesionales en México agrava aún más la situación. Si bien existen valiosas aportaciones como el libro "Arte y falsificación en América Latina" de Daniel Schavelzon, también nos encontramos con publicaciones como la de Ervin Torres Aguilar, "Experto en falsificaciones de obras de arte", que lejos de contribuir a la erradicación de esta práctica, pareciera promoverla, desdibujando la línea entre la investigación y la apología.
El mercado del arte en México se convierte así en un terreno fértil para la falsificación. La falta de información veraz y confiable deja a los compradores, en su mayoría inexpertos, a merced de marchantes sin escrúpulos y estafadores profesionales, quienes con hábiles estratagemas y narrativas cautivadoras logran vender falsificaciones a precios exorbitantes. La incapacidad de distinguir entre una obra gráfica original y una reproducción, o entre una pieza digital y una impresión artística, sumado a la reticencia a consultar con especialistas, convierte a los compradores en presas fáciles.
Por otro lado, el atractivo económico que representa la falsificación alimenta la oferta de obras apócrifas. La promesa de grandes dividendos incentiva a un creciente número de personas a dedicarse a esta actividad ilícita, perfeccionando sus técnicas de reproducción y elaborando sofisticadas historias para dotar de "autenticidad" a sus creaciones.
Este fenómeno trasciende el ámbito meramente económico y adquiere una dimensión cultural de gran relevancia. La falsificación pone en riesgo nuestro patrimonio cultural y nuestra identidad nacional, difuminando la legitimidad de las obras que conforman nuestra historia artística. Casos como el de las obras presuntamente falsas expuestas en el Museo Internacional del Barroco nos obligan a replantear los mecanismos de control y autenticación de las piezas que forman parte de nuestras colecciones, incluyendo aquellas resguardadas por programas gubernamentales como el Pago en Especie.
Urge revisar y fortalecer la legislación vigente, implementando sanciones más severas que disuadan la falsificación y protejan de manera efectiva el mercado del arte en México. La educación y la concientización del público son también fundamentales para combatir este flagelo que amenaza la integridad de nuestro patrimonio artístico. Solo a través de un esfuerzo conjunto entre autoridades, especialistas y la sociedad en su conjunto, podremos preservar la autenticidad de nuestra herencia cultural para las generaciones futuras.
Fuente: El Heraldo de México