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11 de julio de 2025 a las 09:20
Descubre Los Cómplices
El principio de Pareto, esa fascinante regla del 80/20, nos invita a reflexionar sobre la distribución desigual en tantos aspectos de la vida. Desde la economía, donde el 20% de la población concentra el 80% de la riqueza, hasta la gestión del tiempo, donde el 80% de nuestros resultados provienen del 20% de nuestras acciones, esta proporción se repite con asombrosa frecuencia. Pero, ¿qué ocurre cuando aplicamos este principio a fenómenos sociales más complejos, como la violencia?
El texto de Tere Vale nos plantea una inquietante perspectiva sobre el bullying y la violencia en general. Si bien es cierto que un pequeño porcentaje de individuos perpetra la mayoría de los actos violentos, la solución no se reduce simplemente a identificar y controlar a ese 20%. La complejidad radica en la existencia de un tercer actor, a menudo invisible: los cómplices.
Esa "mayoría silenciosa", como bien la describe Vale, se convierte en un engranaje fundamental en la maquinaria de la violencia. Su pasividad, su mirada desviada, su silencio cómplice, alimentan el ciclo de la agresión. No se trata solo de la indiferencia, sino de una tácita aprobación que empodera a los victimarios y desampara a las víctimas.
Imaginemos un escenario escolar. Un grupo de estudiantes acosa a un compañero. El resto de la clase observa, algunos ríen nerviosamente, otros simplemente apartan la mirada. Nadie interviene. Ese silencio, esa falta de acción, se convierte en un mensaje para el agresor: "Puedes seguir, nadie te detendrá". Y para la víctima: "Estás solo, nadie te defenderá".
Este fenómeno no se limita al ámbito escolar. Lo vemos en la violencia de género, en la discriminación, en la corrupción. La indiferencia ciudadana, el miedo a alzar la voz, la comodidad del silencio, se convierten en cómplices silenciosos de la injusticia.
¿Cómo romper este ciclo? La respuesta no es sencilla, pero sin duda pasa por la toma de conciencia. Debemos comprender que la neutralidad, en tiempos difíciles, es una forma de complicidad. Que el silencio, ante la injusticia, es un grito ahogado que perpetúa el dolor.
Es necesario fomentar una cultura de la responsabilidad compartida, donde cada individuo se sienta llamado a intervenir, a alzar la voz, a romper el silencio. La educación en valores, la empatía, la solidaridad, son herramientas fundamentales para construir una sociedad más justa y equitativa.
Tere Vale nos invita a reflexionar sobre nuestro propio rol en la construcción de una sociedad más pacífica. ¿Somos parte de la solución o del problema? ¿Somos actores o meros espectadores de la violencia que nos rodea? La respuesta, en última instancia, está en nuestras manos. En cada gesto, en cada palabra, en cada silencio.
La lucha contra la violencia no es una tarea exclusiva de las autoridades o de las instituciones. Es una responsabilidad colectiva que nos interpela a todos. Romper el silencio, alzar la voz, no ser cómplices pasivos, son acciones que pueden marcar la diferencia. La construcción de una sociedad más justa y pacífica comienza con la valentía de cada individuo de decir "basta" a la indiferencia. Y, como bien señala Vale, en tiempos difíciles, la neutralidad es oprobio.
Fuente: El Heraldo de México