El 3 de julio de 1955 no fue simplemente un día más en la historia de México. Fue el día en que el eco de las voces, históricamente silenciadas, de miles de mujeres resonó con la fuerza de un trueno en las urnas. Setenta años después, la conmemoración de este hito histórico nos obliga a una profunda reflexión sobre el camino recorrido, los obstáculos superados y los desafíos que aún persisten en la búsqueda de una igualdad sustantiva.

Recordar el primer voto femenino en una elección federal no es un mero acto protocolario. Es un acto de justicia histórica que honra la tenacidad y la visión de aquellas mujeres que, con valentía y determinación, desafiaron las normas sociales y políticas de su época. Imaginemos la atmósfera de ese día: la emoción contenida, la esperanza palpable, la convicción de estar participando en un momento trascendental que cambiaría para siempre el rumbo del país. Estas mujeres, pioneras en la lucha por la igualdad, nos legaron un invaluable patrimonio: la posibilidad de ejercer nuestro derecho al voto y, con ello, la capacidad de incidir en las decisiones que moldean nuestro presente y futuro.

Si bien hemos avanzado significativamente desde entonces, la lucha por la igualdad de género está lejos de concluir. La violencia política de género, la brecha salarial, la subrepresentación en puestos de liderazgo y los estereotipos de género, son sólo algunos de los desafíos que aún enfrentamos. Es preciso reconocer que la igualdad no se decreta, se construye día a día, con la participación activa de todas y todos. Requiere un compromiso inquebrantable para desmantelar las estructuras patriarcales que perpetúan la discriminación y la desigualdad.

El feminismo, como movimiento social y político, sigue siendo una fuerza vital en la defensa de los derechos de las mujeres. Nos impulsa a cuestionar el orden establecido, a alzar la voz contra las injusticias y a exigir una sociedad más justa e igualitaria. En un contexto global donde los derechos de las mujeres se ven amenazados, el feminismo se erige como un baluarte contra los retrocesos y como una herramienta fundamental para la construcción de un futuro donde la igualdad sea una realidad tangible.

La participación política de las mujeres es esencial para fortalecer la democracia y para asegurar que las políticas públicas reflejen las necesidades y las perspectivas de toda la población. Necesitamos más mujeres en puestos de decisión, en los congresos, en los gabinetes, en los ayuntamientos. Necesitamos que las voces de las mujeres sean escuchadas y tomadas en cuenta en todos los ámbitos de la vida pública.

La conmemoración del 70 aniversario del voto femenino es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la igualdad de género. Es un llamado a la acción para continuar trabajando por un México donde las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres, donde se respete su dignidad y se valore su contribución a la sociedad. Es un recordatorio de que la lucha por la igualdad es una tarea colectiva que requiere la participación de todas y todos. El futuro que anhelamos, un futuro de igualdad y justicia, sólo será posible si caminamos juntas y juntos hacia ese horizonte.