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11 de julio de 2025 a las 09:30

BRICS: ¿Un nuevo mundo?

El mundo observa con atención la expansión de los BRICS. No se trata simplemente de la incorporación de nuevas naciones, sino de la cristalización de un anhelo largamente acariciado por el Sur Global: tener voz y voto en la configuración del orden internacional. Durante décadas, las decisiones que impactaron a estas economías emergentes se tomaron en salas de juntas lejanas, en foros dominados por las potencias occidentales. Hoy, la ampliación de los BRICS representa un desafío directo a ese statu quo, una declaración de intenciones de que el mundo ya no gira únicamente alrededor del eje Norte-Sur.

La propuesta de utilizar monedas alternativas al dólar en las transacciones comerciales no es una simple provocación, sino una estrategia de diversificación y, en última instancia, de protección. La volatilidad del dólar, sujeta a las fluctuaciones de la política estadounidense, ha impactado negativamente en las economías emergentes en numerosas ocasiones. La búsqueda de alternativas no es un rechazo al dólar en sí, sino una búsqueda de estabilidad y autonomía financiera. Imaginemos un futuro donde las transacciones entre Brasil y Sudáfrica, o entre India y China, se realicen en sus propias monedas, o en una moneda digital respaldada por el Nuevo Banco de Desarrollo. Esto no solo fortalecería sus economías, sino que también les daría un mayor control sobre su propio destino financiero.

El fortalecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) es otra pieza clave de esta estrategia. Concebido como una alternativa al FMI y al Banco Mundial, el NBD ofrece financiación para proyectos de infraestructura y desarrollo en los países miembros, sin las condiciones a menudo restrictivas impuestas por las instituciones tradicionales. Este banco, con su creciente capital y su enfoque en las necesidades del Sur Global, se perfila como un actor fundamental en la financiación del desarrollo en las próximas décadas. Pensemos en la construcción de una nueva línea ferroviaria que conecte dos ciudades importantes en África, financiada por el NBD y construida por empresas locales. Este tipo de proyectos, impulsados por la cooperación Sur-Sur, tienen el potencial de transformar regiones enteras.

Sin embargo, el camino hacia un mundo multipolar no está exento de obstáculos. Las diferencias ideológicas y las tensiones geopolíticas entre algunos miembros de los BRICS son innegables. La desconfianza mutua, las disputas territoriales y las diferentes visiones sobre el futuro del orden internacional son desafíos que el bloque deberá abordar con madurez y pragmatismo. La clave del éxito reside en la capacidad de encontrar puntos en común y construir consensos, priorizando el beneficio colectivo por encima de los intereses nacionales.

La reacción de Occidente ante el auge de los BRICS será determinante. La tentación de recurrir a tácticas de contención o de aislar a los miembros del bloque podría ser contraproducente. En un mundo interconectado, la cooperación es esencial. El diálogo, la construcción de puentes y la búsqueda de soluciones conjuntas a los desafíos globales, como el cambio climático, la pobreza y las pandemias, son la única vía para un futuro próspero y sostenible para todos. El desafío para Occidente no es resistir el cambio, sino adaptarse a él. Reconocer la legitimidad de las aspiraciones del Sur Global y trabajar en conjunto para construir un orden internacional más justo y representativo es la mejor estrategia a largo plazo. El futuro del mundo depende de ello.

Fuente: El Heraldo de México