
11 de julio de 2025 a las 09:20
¿4T y estabilidad? México en la balanza.
La estabilidad política, un concepto a menudo simplificado, requiere una comprensión profunda para su correcta aplicación. No se trata simplemente de la permanencia de un gobierno, sino de la capacidad previsible de un sistema para perdurar, ofreciendo a sus ciudadanos la confianza en un futuro compartido. El profesor Leonardo Morlino, con su aguda visión, nos legó un valioso marco para analizar este complejo fenómeno, un marco que cobra especial relevancia al examinar proyectos nacionales transformadores como la 4T en México.
Morlino argumenta que la estabilidad democrática se sustenta en tres pilares fundamentales. El primero, la existencia de una cultura cívica sólida. No se trata meramente de la participación ciudadana, sino de un compromiso profundo con los valores democráticos, un sentido de responsabilidad compartida y una predisposición al diálogo y la concertación. En este sentido, las palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum, al destacar la solidaridad y fraternidad del pueblo mexicano, resuenan con la esencia de esta hipótesis. La respuesta del Estado ante la extorsión, asumiendo la carga de la denuncia y liberando a la víctima de ese peso, no solo es una medida pragmática, sino un acto simbólico que refuerza el pacto social y la confianza en las instituciones.
El segundo pilar de la estabilidad, según Morlino, reside en el desarrollo económico y social, la legitimidad y la eficacia del sistema. Los programas de bienestar, con su alcance millonario, se presentan como una estrategia para fortalecer este pilar. La inversión en programas sociales no solo busca mitigar la desigualdad, sino también construir una base sólida de legitimidad, demostrando la capacidad del Estado para responder a las necesidades de su población. La eficacia, en este contexto, se mide por la capacidad del gobierno para implementar estas políticas de manera efectiva, llegando a quienes más lo necesitan. Sin embargo, es crucial ir más allá de las cifras y evaluar el impacto real de estos programas en la calidad de vida de los beneficiarios. La estabilidad no se construye solo con números, sino con la transformación tangible de las realidades sociales.
Finalmente, Morlino señala la congruencia entre los modelos de autoridad a nivel gubernamental y societal como condición indispensable para la estabilidad. La "autoridad moral", como la denomina la presidenta Sheinbaum, no se decreta, se construye día a día. Esta construcción implica una coherencia entre el discurso y la acción, una ética pública que inspire confianza y un compromiso genuino con el bien común. La reivindicación de la política del humanismo mexicano y la defensa de la dignidad humana, si bien son principios loables, deben traducirse en políticas concretas y acciones palpables para que resuenen con la realidad social.
La estabilidad política, en el marco de la 4T, se presenta como un proceso en construcción, un camino que requiere la consolidación de estos tres pilares. Si bien las iniciativas gubernamentales, como la Estrategia Nacional contra la Extorsión y los Programas de Bienestar, apuntan en la dirección correcta, es fundamental un análisis crítico y constante para asegurar su eficacia y su impacto real en la construcción de un sistema político estable y duradero. La ampliación de derechos, el diálogo y la inclusión son elementos esenciales, pero deben estar acompañados de una gestión eficiente, una rendición de cuentas transparente y una escucha atenta a las demandas de la sociedad. Solo así se podrá traducir la visión de un proyecto nacional en una realidad tangible y sostenible para todos los mexicanos.
Fuente: El Heraldo de México