La tragedia ha enlutado al fútbol peruano. Un joven promesa del deporte rey, David Llanos Juárez, de tan solo 23 años, ha perdido la vida tras un brutal incidente en un partido de fútbol 7 en el distrito de La Encañada, Cajamarca. Las imágenes, captadas por las cámaras de seguridad del campo deportivo y posteriormente filtradas en redes sociales, muestran la crudeza del momento: David, derribado en una jugada, recibe una violenta patada en la cabeza mientras yace indefenso en el césped. El agresor, perteneciente al equipo rival, se da a la fuga inmediatamente después del impacto, un acto cobarde que ha desatado una ola de indignación y repudio en todo el país.

La conmoción es palpable en Combayo, comunidad de origen del joven futbolista, donde familiares, amigos y vecinos exigen justicia. David, según relatan, regresó a casa tras el partido, pero su estado de salud empeoró progresivamente. Tras días de agonía, finalmente falleció, dejando un vacío irreparable en su familia y en el club que lo vio crecer como deportista. La versión de los familiares apunta a una posible negligencia médica, argumentando que la atención recibida por David tras la agresión no fue la adecuada, lo que podría haber agravado sus lesiones y contribuido al fatal desenlace. Esta hipótesis añade una capa más de complejidad al caso y exige una investigación exhaustiva para determinar las responsabilidades.

El Club Deportivo Santa Rosa de Combayo, donde David desplegaba su talento en la cancha, ha expresado su profundo dolor y solidaridad con la familia. Recuerdan a David como un jugador comprometido y apasionado, con una destacada participación en la Copa Perú 2025, donde logró avanzar a la Etapa Provincial. Su sueño, truncado de manera abrupta y violenta, deja un amargo sabor en la comunidad futbolística.

La indignación se extiende más allá del ámbito deportivo. Organizaciones sociales y ciudadanos de a pie se han unido al clamor de justicia, denunciando la lentitud de las autoridades en la identificación y captura del agresor. La impunidad, señalan, no puede ser una opción. Las imágenes del video son contundentes y la sociedad exige una respuesta rápida y eficaz por parte de la justicia. El caso de David Llanos Juárez no puede quedar impune, debe servir como un llamado de atención para erradicar la violencia en el deporte y garantizar la seguridad de todos los jugadores, tanto dentro como fuera de la cancha. ¿Hasta cuándo la violencia seguirá manchando el deporte que amamos? ¿Qué medidas se tomarán para prevenir futuras tragedias? El futuro del fútbol peruano, y la memoria de David, dependen de las respuestas que encontremos a estas preguntas.

La familia de David, mientras tanto, se aferra al recuerdo de su hijo, un joven lleno de sueños y con una prometedora carrera por delante. Su pérdida deja una profunda herida en la comunidad de Combayo, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y la necesidad de construir una sociedad más justa y pacífica. La justicia, ahora, tiene la palabra. El agresor debe ser identificado, capturado y juzgado con todo el peso de la ley. Solo así se podrá empezar a cerrar este doloroso capítulo y honrar la memoria de David Llanos Juárez, un joven talento arrebatado demasiado pronto por la violencia.