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10 de julio de 2025 a las 20:05

Repartidor de muerte: sicario disfrazado ataca en billar.

La frialdad del crimen ha conmocionado a los vecinos del distrito de San Juan de Lurigancho. Un hombre, disfrazado de repartidor de comida, irrumpió en un concurrido billar la noche del lunes 7 de julio, acabando con la vida de Orman Zamora Guerrero, un joven venezolano de 26 años. Las imágenes de la cámara de seguridad, que ya están en manos de las autoridades, muestran la escalofriante escena: el sicario, con la mochila de delivery a la espalda y el casco ocultando su rostro, se mueve con aparente calma entre las mesas de billar, consultando su teléfono. De pronto, y sin mediar palabra, ubica a su víctima y desata una ráfaga de disparos. Testigos presenciales describen la terrorífica secuencia: al menos ocho de los diez proyectiles impactaron en el cuerpo de Zamora Guerrero. Tras el ataque, el asesino se retiró con la misma frialdad con la que entró, escapando en una motocicleta conducida por un cómplice que lo aguardaba en las inmediaciones.

La precisión del ataque y la ausencia de un intercambio previo entre la víctima y el sicario sugieren un acto premeditado y planificado. La novia de Zamora Guerrero, presente en el lugar tras la tragedia, se encontraba visiblemente afectada y prefirió no hacer declaraciones. Amigos del joven fallecido confirmaron a las autoridades que no tenía conocimiento de amenazas previas contra su vida. Sin embargo, la hipótesis de un ajuste de cuentas no se descarta. La investigación, a cargo de la División de Investigación Criminal (Depincri), se centra en el análisis de las grabaciones de las cámaras de seguridad del billar y de la zona aledaña, así como en la búsqueda del teléfono celular utilizado por el sicario. Este detalle resulta crucial, ya que se cree que el asesino recibió una imagen de Zamora Guerrero momentos antes del ataque, posiblemente enviada por alguien dentro del local. Esta línea de investigación abre la inquietante posibilidad de la existencia de un cómplice en el interior del establecimiento, alguien que facilitó la identificación de la víctima.

La comunidad de San Juan de Lurigancho se encuentra consternada por la brutalidad del crimen y la aparente impunidad con la que se ejecutó. El uso de un disfraz de repartidor de comida añade un elemento de perversidad al caso, aprovechando la confianza y la cotidianidad de estos servicios para cometer un acto tan atroz. La preocupación se extiende a la seguridad de los propios repartidores, quienes ahora podrían ser vistos con recelo y desconfianza. Las autoridades han intensificado los patrullajes en la zona y se espera que la pronta captura de los responsables brinde un poco de tranquilidad a la comunidad. Mientras tanto, el caso de Orman Zamora Guerrero se suma a la creciente lista de víctimas de la violencia que azota al país, dejando un profundo sentimiento de inseguridad y dolor. La investigación continúa, y se espera que en los próximos días se puedan esclarecer los motivos detrás de este brutal asesinato y llevar a los responsables ante la justicia. Se ha hecho un llamado a la ciudadanía a colaborar con cualquier información que pueda ayudar a esclarecer los hechos, en un esfuerzo conjunto por combatir la violencia y construir una sociedad más segura. La memoria de Orman Zamora Guerrero, un joven venezolano que buscaba un futuro lejos de su tierra natal, queda marcada por la tragedia, un recordatorio de la fragilidad de la vida y la urgente necesidad de justicia y paz.

Fuente: El Heraldo de México