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10 de julio de 2025 a las 09:20

Miller: ¿El titiritero?

La figura de Stephen Miller se agiganta en los pasillos del poder. Su nombre, antes susurrado en los círculos políticos, ahora resuena con fuerza, asociado a la influencia y al control. Se le describe como el "poder en la sombra", el Richelieu de la era Trump, el arquitecto de una política doméstica que busca concentrar el poder en el ejecutivo, recordando, quizá sin proponérselo, los modelos de centralización monárquica. ¿Es Miller el verdadero motor detrás de las decisiones cruciales de la administración Trump? La evidencia, aunque fragmentaria, apunta hacia una influencia desproporcionada para su cargo oficial de subjefe de Gabinete.

El Wall Street Journal, en un revelador reportaje, describe la habilidad de Miller para congraciarse con el presidente, moldeando sus opiniones en materia migratoria. Las consecuencias de esta influencia son palpables: el aumento exponencial de redadas contra indocumentados, especialmente latinoamericanos, y la creciente preocupación por la vulneración de los derechos de ciudadanos estadounidenses de origen hispano. La anécdota de Miller increpando a funcionarios migratorios por no alcanzar la meta de 3,000 deportaciones diarias ilustra la magnitud de su ambición y su impaciencia por resultados.

La estructura jerárquica tradicional parece desdibujarse ante la presencia de Miller. Reportes sugieren que ciertos puestos en agencias del gabinete responden directamente a él, eludiendo la autoridad de los secretarios. The New York Times lo identifica como la "última palabra" en la política de la Casa Blanca, una afirmación que, de ser cierta, lo coloca en una posición de poder excepcional.

Su influencia se extiende más allá de la migración. Se le atribuye la ofensiva contra las universidades, acusadas de "inclinaciones izquierdistas" y tolerancia hacia grupos pro-palestinos. Una campaña que, nominalmente, se desarrolla bajo la dirección de Marco Rubio, pero que parece estar orquestada desde la sombra por Miller.

La historiadora Heather Cox atribuye el poder de Miller a su habilidad para adular al presidente. Una estrategia que, combinada con su firme convicción ideológica, le permite moldear la agenda política. Secretarios de Estado como Kristi Noem parecen someterse a su voluntad, mientras que otros, como la fiscal general Pam Bondi, centran sus esfuerzos en la exposición mediática, cediendo terreno en la gestión de sus departamentos. Este vacío de poder es llenado por Miller, quien consolida su influencia en todos los niveles del gobierno.

El crecimiento exponencial del presupuesto de la agencia de Migración y Aduanas (ICE), que ha alcanzado la asombrosa cifra de 170 mil millones de dólares, es un claro ejemplo del impacto de Miller en la política nacional. La construcción del muro fronterizo, una de las promesas más emblemáticas de la campaña de Trump, se convierte en una realidad gracias al impulso de Miller.

Sin embargo, la aparente omnipotencia de Miller se sustenta en la fragilidad de su vínculo con el presidente. Las contradicciones de Trump, que oscila entre la promesa de proteger a los indocumentados que han trabajado en sectores clave y la reafirmación de las deportaciones masivas, revelan la inconstancia del poder presidencial. La pregunta que queda en el aire es: ¿qué sucederá con la influencia de Miller si la fortuna política de Trump se desvanece? El futuro de este "poder en la sombra" está inextricablemente ligado al destino del presidente al que sirve. Y en la impredecible arena política, nada está garantizado.

Fuente: El Heraldo de México