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10 de julio de 2025 a las 17:10

Japón bajo agua: Lluvias récord causan inundaciones

La inquietud se palpa en el aire de Japón. Las lluvias torrenciales, de una intensidad inédita, han desatado la alarma en todo el país, especialmente en Tokio, donde el ulular de las sirenas de inundación resuena como un presagio ominoso. Las imágenes que circulan en redes sociales son impactantes: trombas de agua que parecen sacadas de una película de ciencia ficción, azotando la ciudad con furia desatada. El agua, antes símbolo de vida y purificación, se ha convertido en una amenaza palpable. El techo de la estación de Seibu Shinjuku, incapaz de soportar la embestida, colapsó, transformando el bullicioso andén en una piscina improvisada, un reflejo surrealista de la fragilidad de la vida cotidiana ante la fuerza de la naturaleza.

El caos y la incertidumbre se apoderan de la población. La Agencia Meteorológica de Japón, con voz grave y preocupada, ha emitido alertas máximas. No se trata solo de lluvia, sino de un cóctel explosivo de peligros: ríos desbordados que amenazan con arrasar todo a su paso, deslizamientos de tierra que podrían sepultar pueblos enteros, rayos que rasgan el cielo con furia descontrolada, granizo del tamaño de pelotas de golf, tornados que bailan una danza macabra y ráfagas de viento capaces de arrancar árboles de raíz. El panorama es desolador, y la amenaza, latente.

Las prefecturas de Saitama, Gunma, Yamanashi y Nagano no se libran del tormento. Las autoridades, con la voz ronca por el agotamiento, instan a la población a extremar las precauciones, a seguir los protocolos de evacuación al pie de la letra. La vida pende de un hilo, y cada minuto cuenta.

La ironía es cruel. Japón se encuentra en pleno Tsuyu, la "lluvia de ciruelas", una época que tradicionalmente se asocia con la maduración de esta fruta y la promesa de una cosecha abundante. La humedad, producto del choque entre los vientos fríos del norte y los cálidos del sur, suele traer consigo semanas de lluvia, pero este año la intensidad ha superado todos los registros. La naturaleza, caprichosa e impredecible, ha decidido mostrar su lado más oscuro.

Mientras tanto, en las redes sociales, los videos se multiplican, testimonio gráfico de la angustia que se vive en el país del sol naciente. Ciudadanos comunes, convertidos en reporteros improvisados, documentan la tragedia en tiempo real, compartiendo imágenes de calles inundadas, casas anegadas y el temor reflejado en los rostros de sus vecinos. La solidaridad, como un rayo de esperanza en medio de la tormenta, se abre paso entre la desesperación. Vecinos ayudando a vecinos, voluntarios trabajando sin descanso, todos unidos por un objetivo común: sobrevivir a la furia de la naturaleza y reconstruir, una vez más, lo que el agua ha destruido. La resiliencia del pueblo japonés, puesta a prueba una vez más, se convierte en el último bastión de esperanza en una nación que lucha por mantenerse a flote.

Fuente: El Heraldo de México