
10 de julio de 2025 a las 19:35
Horror en Zimapán: 3 a proceso por abuso infantil.
Un oscuro velo de incertidumbre se cierne sobre Zimapán, Hidalgo, tras la reciente vinculación a proceso de William “N”, su esposa Bertha “N” y la diputada local con licencia, Alhely “N”, por su presunta participación en un escabroso caso de abuso sexual infantil denunciado en 2022. La complejidad del caso, que ha dado giros inesperados y ha transitado por diferentes instancias judiciales, deja al descubierto las profundas fisuras de un sistema que busca justicia para las víctimas más vulnerables.
El juez Jesús Anim Ope Islas dictó prisión preventiva justificada para la pareja, una medida que se ve frustrada por una suspensión federal que les permite evadir la aprehensión hasta que se resuelva su situación legal. Esta suspensión plantea interrogantes cruciales sobre los mecanismos de protección legal y la lucha contra la impunidad. ¿Cómo es posible que individuos acusados de delitos tan graves puedan ampararse en recursos legales que retrasan, e incluso impiden, el proceso de justicia? ¿Qué garantías existen para las víctimas, quienes, en este caso, tuvieron que ser trasladadas a un refugio en la Ciudad de México para su protección?
Mientras la pareja enfrenta la posibilidad de prisión, la diputada Alhely “N” se encuentra bajo medidas cautelares que le impiden salir del país y la obligan a presentarse mensualmente ante la Unidad de Medidas Cautelares (UMECA). La sombra de la sospecha se extiende sobre su figura, generando un clima de desconfianza y cuestionamientos sobre la integridad de quienes ocupan cargos públicos. Su solicitud de licencia como representante popular, aunque indefinida, no borra las interrogantes ni apacigua la indignación de una sociedad que exige transparencia y justicia.
El entramado de este caso se complica aún más con las declaraciones del empresario William “N”, quien alega haber recibido amenazas que ponen en riesgo su integridad física, justificando así su solicitud de una audiencia virtual. Esta afirmación añade una nueva capa de complejidad a la investigación, planteando la posibilidad de intereses ocultos y presiones externas que intentan influir en el curso de la justicia.
Recordemos el recorrido tortuoso de este caso: la denuncia inicial presentada en junio de 2022 por la madre de las menores, la posterior aprehensión de la pareja en Quintana Roo en marzo de 2023, la inexplicable decisión de la jueza Janett Montiel Mendoza de no vincularlos a proceso, y finalmente, la revocación de esta decisión por parte de la jueza Marién Ángeles Tovar en diciembre de 2024. Cada uno de estos episodios revela las fallas y las contradicciones de un sistema judicial que, en ocasiones, parece más enfocado en tecnicismos legales que en la búsqueda de la verdad y la protección de las víctimas.
Ante la gravedad de las acusaciones y la complejidad del proceso, la sociedad hidalguense y el país entero se mantienen expectantes. El caso de Zimapán se convierte en un símbolo de la lucha contra la impunidad y la necesidad de un sistema judicial que garantice la protección de los más vulnerables. La pregunta que resuena en la mente de todos es: ¿se hará justicia finalmente para las víctimas de este terrible delito? El tiempo y el desarrollo del proceso judicial nos darán la respuesta.
Fuente: El Heraldo de México