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10 de julio de 2025 a las 19:40

Familiar de campeón mundial asaltado: Balacera en su hogar

La tranquilidad de una cena familiar se vio abruptamente interrumpida por la irrupción de la violencia en Lanús. Claudio Occhiuzzi, suegro del campeón mundial Nahuel Molina, se encontraba compartiendo la mesa con su familia cuando tres hombres armados irrumpieron en su hogar. El testimonio de Occhiuzzi estremece: "En un momento me dijeron que si no hablaba, iban a ejecutar a uno de mis hijos delante mío. Ahí sentí un miedo que no se puede explicar, porque uno por uno mismo aguanta, pero cuando amenazan… te quiebra". Imaginen la escena: la mesa servida, la conversación familiar, y de repente, la sombra amenazante de las armas, el terror en los ojos de sus seres queridos. Un escenario que nadie debería presenciar.

La violencia se desató. Golpes con la culata de una pistola, amenazas constantes, la exigencia incesante de dinero. A pesar de que Occhiuzzi aseguraba no tener efectivo en la casa, la agresión continuó. Uno de los asaltantes incluso llegó a colocar el arma en la cabeza de la víctima, mientras mantenía comunicación telefónica con un cómplice que esperaba afuera. Minutos que debieron parecer eternos, una angustia insoportable, la incertidumbre del destino propio y el de la familia.

Finalmente, tras lo que seguramente pareció una eternidad, Occhiuzzi fue encerrado en una habitación. Los delincuentes, alertados por ruidos provenientes de la calle, decidieron huir. Pero la historia no termina aquí. Gracias a un trabajo previo de inteligencia policial, el automóvil en el que se desplazaban los asaltantes ya estaba identificado, vinculado a otro delito. Al dar la voz de alto, se desató un intenso tiroteo.

La escena se transformó en un campo de batalla. Disparos cruzados entre policías y los ocupantes del vehículo. Los asaltantes, en un intento desesperado por escapar, abandonaron el auto y comenzaron una huida a pie, trepando por los techos de las casas vecinas. Una persecución digna de una película de acción, con la adrenalina al máximo, la tensión en cada esquina. Afortunadamente, la rápida respuesta policial permitió la captura de los tres sospechosos, de 20, 22 y 23 años. El mayor de ellos, además, tenía una orden de arresto pendiente. Iban armados, con pasamontañas, y uno de ellos portaba una barreta. Herramientas de un oficio delictivo que, afortunadamente, en esta ocasión, no logró su objetivo final.

Este hecho nos deja conmocionados. Nos recuerda la fragilidad de la seguridad, la vulnerabilidad a la que estamos expuestos incluso en la intimidad de nuestros hogares. Nos hace reflexionar sobre la importancia de la labor policial, la valentía de quienes arriesgan sus vidas para protegernos. Y, sobre todo, nos hace valorar la importancia de la familia, el apoyo incondicional que nos brinda en los momentos más difíciles.

La investigación continúa. Se buscará determinar si existe una conexión entre este hecho y otros delitos similares en la zona. Se intentará comprender las motivaciones de estos jóvenes, las circunstancias que los llevaron a tomar un camino tan peligroso. Y, mientras tanto, Claudio Occhiuzzi y su familia intentarán reconstruir la tranquilidad perdida, sanar las heridas emocionales, y agradecer que, a pesar de todo, la pesadilla haya terminado.

Fuente: El Heraldo de México