
9 de julio de 2025 a las 09:15
SAT: 28 años de justicia social y responsabilidad.
La transformación del Sistema de Administración Tributaria (SAT) en México es un ejemplo palpable de cómo un cambio de paradigma en la gestión pública puede generar resultados contundentes. Durante años, la recaudación tributaria se veía empañada por la sombra de la impunidad y la desigualdad. Privilegios fiscales, evasión y elusión eran prácticas comunes, especialmente entre las élites económicas, mientras que la carga impositiva recaía desproporcionadamente sobre los hombros de la clase trabajadora. Este escenario, heredado de administraciones neoliberales, perpetuaba un ciclo de injusticia social y limitaba la capacidad del Estado para financiar políticas públicas que atendieran las necesidades del pueblo.
Sin embargo, con la llegada de la Cuarta Transformación, se inició un proceso de cambio profundo. La premisa fundamental: combatir la corrupción y la impunidad para fortalecer la recaudación sin aumentar impuestos. Y los resultados hablan por sí mismos. Alcanzar la cifra de 2.4 billones de pesos en recaudación de enero a mayo de 2025, un incremento real del 8.8% respecto al mismo periodo del año anterior, no es producto de la casualidad, sino de una estrategia clara y consistente. No se implementaron reformas fiscales regresivas ni se aumentó el IVA a productos básicos, como pretendían las administraciones anteriores. El enfoque se centró en cerrar las brechas de impunidad, obligando a los grandes contribuyentes a cumplir con sus obligaciones fiscales.
La modernización del SAT, basada en la inteligencia y no en el hostigamiento, ha sido clave en este proceso. Se ha privilegiado la eficiencia y la transparencia en los mecanismos de fiscalización, lo que ha permitido optimizar la recaudación sin afectar a los contribuyentes cumplidos. Este cambio de enfoque refleja una nueva forma de entender la administración pública: recaudar para redistribuir, sin favoritismos ni condonaciones. Los recursos obtenidos se destinan a fortalecer los programas sociales que benefician a la población más vulnerable, como la pensión para adultos mayores y las becas para estudiantes, así como a impulsar el desarrollo de infraestructura en todo el país.
El éxito del SAT, liderado por Antonio Martínez Dagnino, es un logro que debemos reconocer. La institución ha dejado atrás la imagen de una "oficina para no cobrarle a los amigos" y se ha consolidado como un pilar fundamental para la justicia fiscal y la soberanía financiera del país. Es destacable que el 85% del aumento recaudatorio proviene de grandes contribuyentes que, en el pasado, evadían sus responsabilidades fiscales. Esto demuestra que la estrategia no se centra en perseguir al empresariado, como algunos críticos afirman, sino en combatir la evasión y el abuso. La gran mayoría de las empresas mexicanas cumplen con sus obligaciones y comprenden que un país con finanzas sanas ofrece un entorno favorable para la inversión y el crecimiento económico.
El legado del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, basado en el principio de que "al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie", se ha consolidado con la administración de la Presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha profundizado este camino hacia una administración más eficiente y justa. México se ha convertido en un referente al demostrar que es posible impulsar el crecimiento económico con orden fiscal, sin recurrir a las recetas neoliberales que promueven la austeridad para los más pobres.
A 28 años de su creación, el SAT es un ejemplo de transformación institucional. Ha pasado de ser una entidad opaca y lejana a convertirse en un actor clave para la construcción de un Estado más justo, transparente y fuerte. Porque un país que recauda bien, es un país que puede invertir en el bienestar de su gente.
Fuente: El Heraldo de México