
9 de julio de 2025 a las 10:05
México te llama: ¡Invierte ya!
La incertidumbre se ha convertido en una sombra alargada sobre el atractivo de invertir en México. Lo que un día parecía un terreno fértil, lleno de oportunidades, hoy se presenta como un campo minado donde la seguridad jurídica y la estabilidad social se tambalean. Ese entusiasmo inicial, ese impulso patriótico o la simple visión de un buen negocio, se desvanecen ante un panorama complejo y, a veces, francamente desalentador.
Imaginemos la escena: un inversionista, ya sea mexicano, español o estadounidense, listo para inyectar capital en un prometedor proyecto. La Condesa, Culiacán, Campeche, Sonora… cualquier rincón del país podría ser el escenario de una nueva empresa, una fuente de empleos y desarrollo. Los millones destinados a la inversión ya están apartados, el whisky y el puro esperan para celebrar el inicio de una aventura empresarial. Pero entonces, una serie de dudas, como un enjambre de mosquitos, comienzan a zumbar en la cabeza del inversor.
La reforma al Poder Judicial, con su aroma a manipulación política, genera la primera inquietud. ¿Qué garantías existen en un sistema donde los jueces son elegidos bajo la sombra del poder en turno? La posibilidad de un litigio, de una disputa legal, se convierte en una pesadilla ante la perspectiva de un juicio parcializado.
Y como si esto fuera poco, las noticias en redes sociales muestran un escenario aún más preocupante: grupos violentos, amparados en ideologías difusas y cargados de consignas agresivas, destrozando comercios y sembrando el terror. La gentrificación se utiliza como pretexto para la violencia, una justificación para atacar a quienes invierten, generan empleos y revitalizan barrios.
Lo más inquietante es la ausencia de la fuerza pública. La condena tibia de las autoridades, ese ritual político tan común en México, no tranquiliza a nadie. La falta de una respuesta contundente ante la violencia envía un mensaje claro: la inversión y el patrimonio están a merced de la turba.
La "lucha ideológica" se convierte en una excusa para la impunidad. Mientras tanto, el país continúa con prácticas cuestionables, como el envío de petróleo a Cuba, un régimen que encarcela a sus ciudadanos por disentir. Este gesto, en medio de la crisis financiera de la petrolera estatal, refuerza la imagen de un gobierno que prioriza sus afinidades ideológicas sobre el bienestar de su propia población.
Ante este panorama, el inversionista reflexiona. La promesa de un buen negocio se desvanece ante la incertidumbre y la inseguridad. El capital destinado a México se desvía hacia otros destinos, quizás menos prometedores, pero sin duda más seguros. El whisky y el puro se descorchan, sí, pero no para celebrar una nueva inversión, sino para brindar por el alivio de haber esquivado una potencial catástrofe financiera. La duda corroe la confianza, y la confianza es el pilar fundamental de cualquier inversión. Y mientras la incertidumbre persiste, el desarrollo de México seguirá siendo un anhelo postergado.
Fuente: El Heraldo de México