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10 de julio de 2025 a las 01:35

El verdadero ganador de la reventa

La reventa, una práctica tan antigua como el comercio mismo, ha encontrado un nuevo auge en la era digital y la cultura del coleccionismo. Mientras que antes asociábamos la reventa principalmente con boletos para conciertos o eventos deportivos, hoy en día abarca un espectro mucho más amplio, desde tenis de edición limitada hasta figuras de acción, pasando por tarjetas coleccionables e incluso productos de consumo cotidiano durante periodos de escasez. Este fenómeno nos invita a reflexionar sobre sus implicaciones, tanto para el consumidor individual como para la economía en general.

¿Quién realmente se beneficia de la reventa? A simple vista, pareciera que los revendedores son los grandes ganadores, aprovechando la alta demanda y la escasez para obtener ganancias significativas. Y sí, en muchos casos, la reventa se convierte en un negocio lucrativo, especialmente para aquellos que se dedican a ella de forma organizada y a gran escala. Sin embargo, esta visión simplifica una realidad compleja.

Por un lado, tenemos al consumidor ávido, el coleccionista apasionado, o simplemente el fanático que no logró conseguir su boleto o artículo deseado en la venta regular. Para ellos, la reventa se presenta como la única opción, aunque implique un desembolso considerablemente mayor. En este escenario, la reventa satisface una necesidad, aunque a un precio elevado. ¿Es justo? Depende de la perspectiva. Para el comprador, puede ser la única forma de acceder al objeto de su deseo. Para el vendedor, es una oportunidad de negocio. Pero para la economía en su conjunto, la reventa puede generar distorsiones y desigualdades.

La reventa infla los precios artificialmente, creando un mercado paralelo donde el valor real del producto se disocia de su precio de venta. Esto afecta directamente a las finanzas personales de los consumidores, quienes se ven obligados a pagar precios exorbitantes por artículos que, en circunstancias normales, serían mucho más accesibles. Además, la reventa fomenta la especulación y el acaparamiento, lo que a su vez perpetúa la escasez y alimenta el ciclo vicioso.

La Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México, al sancionar la reventa de boletos con precios superiores a los autorizados, reconoce el impacto negativo de esta práctica. Las multas y el arresto contemplados buscan disuadir a los revendedores y proteger a los consumidores. Sin embargo, la aplicación de la ley no siempre es efectiva, y la reventa persiste como un problema latente.

Más allá de las sanciones legales, la solución a largo plazo radica en una combinación de factores: una mayor transparencia en los procesos de venta, estrategias de las empresas para combatir la especulación y el acaparamiento, y una mayor conciencia por parte de los consumidores sobre el impacto de sus decisiones de compra. La conversación con Brenda Salazar nos invita a reflexionar sobre quién realmente gana con la reventa y, más importante aún, qué podemos hacer para construir un mercado más justo y equitativo para todos. ¿Es la reventa un mal necesario o un problema que podemos solucionar? La respuesta está en nuestras manos.

Fuente: El Heraldo de México