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9 de julio de 2025 a las 09:35

¡Chelsea a la final!

La tensión se podía cortar con un cuchillo en el MetLife Stadium. El calor sofocante de Nueva Jersey parecía empeorar la presión que se cernía sobre el Fluminense y el Chelsea en la semifinal del Mundial de Clubes 2025. Un duelo transatlántico, una batalla por la gloria, un billete a la final. Desde el primer minuto, el ritmo vertiginoso del encuentro prometía un espectáculo digno de la ocasión. Ambos equipos, con plantillas plagadas de estrellas, desplegaron un fútbol dinámico, buscando con ahínco la portería rival. Las aproximaciones se sucedían en ambas áreas, pero fueron los "Blues" quienes asestaron el primer golpe.

Un rebote en la frontal del área, casi una carambola del destino, le cayó a los pies de Joao Pedro. El brasileño, con la frialdad de un veterano, colocó el balón lejos del alcance de Fábio, desatando la euforia en la hinchada londinense. El minuto 17 marcaba el inicio del sueño "Blue", pero también el drama del "Flu". Lo curioso, lo conmovedor, fue la reacción de Joao Pedro. Un rostro sin sonrisa, una disculpa casi imperceptible dirigida a la afición del equipo que lo vio nacer. La ley del ex, tan cruel como efectiva, se hacía presente en el escenario mundial.

El Fluminense, herido en su orgullo, no se rindió. Con la garra que caracteriza al fútbol brasileño, se lanzó al ataque en busca del empate. Al minuto 25, Hércules rozó la gloria, pero Marc Cucurella, convertido en héroe improvisado, salvó bajo palos lo que parecía un gol cantado. La tensión aumentaba, el drama se intensificaba.

La polémica no tardó en llegar. Un balón que impactó en la mano de Trevoh Chalobah desató la furia de los brasileños. Penalti claro para unos, lance fortuito para otros. El VAR, juez implacable de la era moderna, entró en escena. Minutos de incertidumbre, de análisis milimétrico, de esperanzas truncadas. El árbitro, tras la revisión, mantuvo su decisión inicial: no hay penalti. La controversia estaba servida.

El segundo tiempo arrancó con un Fluminense volcado al ataque, dispuesto a revertir la situación. Pero el destino, caprichoso e implacable, tenía otros planes. De nuevo Joao Pedro, el verdugo con corazón dividido, apareció para sentenciar el partido. Un desborde electrizante por la izquierda, un recorte hacia el centro y un disparo potentísimo que se estrelló en el travesaño antes de besar la red. El 2-0 subía al marcador y la desazón se apoderaba de los brasileños.

El Chelsea, con la victoria en el bolsillo, no bajó el ritmo. Nkunku, al 64’, estuvo a punto de marcar el tercero, pero Thiago Silva, en un alarde defensivo, salvó sobre la línea. El partido agonizaba y la afición "Blue" ya celebraba el pase a la final.

El pitazo final desató la euforia contenida. El Chelsea, primer finalista del Mundial de Clubes 2025, esperaba rival. PSG o Real Madrid, dos gigantes del fútbol europeo, se disputarían el otro billete a la gran final. El 13 de julio, en el mismo escenario, se escribiría un nuevo capítulo en la historia del fútbol. Una final europea, un duelo de titanes, un espectáculo garantizado. ¿Quién levantaría el trofeo? La respuesta, solo el tiempo la tenía.

Fuente: El Heraldo de México