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9 de julio de 2025 a las 19:15

Camarones: La estación metro más profunda

Adentrarse en las profundidades del metro siempre ha despertado una fascinación particular. Esa sensación de descenso, de alejarnos del bullicio de la superficie, nos invita a reflexionar sobre la complejidad de la ingeniería y la magnitud de las obras que se esconden bajo nuestros pies. La estación Camarones, en la Línea 7 del Metro de la Ciudad de México, es un ejemplo perfecto de esta experiencia. Sus largas escaleras, que parecen interminables, nos conducen a un mundo subterráneo que, aunque cotidiano para muchos capitalinos, no deja de impresionar. Cuarenta metros bajo el nivel de la calle, una cifra considerable que se explica por las características geológicas de la zona. Imaginen la labor titánica de excavación necesaria para construir los túneles y plataformas que hoy en día permiten el flujo constante de miles de pasajeros.

Sin embargo, aunque la profundidad de Camarones nos impresione, palidece en comparación con otras estaciones alrededor del mundo. Resulta sorprendente descubrir que existen estaciones que triplican, incluso cuadruplican, la profundidad de la que nos enorgullecemos en la Ciudad de México. Hablamos de auténticas proezas de la ingeniería, como la estación Hongyancun en Chongqing, China. Con sus 116 metros de profundidad, se corona como la más profunda del mundo, un título que arrebató recientemente a la histórica estación Arsenalna de Kiev, en Ucrania, que con sus 105 metros y su historia ligada a la Segunda Guerra Mundial, se mantiene como un símbolo de resiliencia y un punto neurálgico del transporte público.

La diferencia entre los 40 metros de Camarones y los 116 de Hongyancun es abismal. Es como comparar un edificio de cuatro pisos con uno de casi cuarenta. La magnitud de la obra china es simplemente asombrosa, una muestra del poderío de la ingeniería moderna. Y no solo se trata de la profundidad, sino de la complejidad que implica construir y mantener una estación a semejante distancia de la superficie. La ventilación, la seguridad, la logística… todo debe ser planificado con una precisión milimétrica para garantizar el correcto funcionamiento y la seguridad de los pasajeros.

Viajar en estas estaciones de récord es una experiencia única. Imaginen el tiempo de descenso, la presión en los oídos, la sensación de estar en las entrañas de la tierra. Es un viaje no solo físico, sino también psicológico, que nos conecta con la inmensidad del mundo subterráneo y nos recuerda la capacidad del ser humano para transformar el entorno. Si bien Camarones no se encuentra en el top 10 de las estaciones más profundas, nos sirve como punto de referencia para comprender la escala de estas megaestructuras. Nos invita a preguntarnos sobre los límites de la ingeniería y a maravillarnos con las soluciones que se han encontrado para superar los desafíos que presenta la construcción en las profundidades de nuestro planeta. ¿Se imaginan un futuro en el que las estaciones de metro sean aún más profundas? ¿Qué retos y qué posibilidades se abrirían ante nosotros?

Fuente: El Heraldo de México