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8 de julio de 2025 a las 09:30

Descubre la nueva forma de censura

El silencio se ha convertido en el arma más afilada. Un silencio que se disfraza de burocracia, de formularios rechazados, de un lacónico "no fue seleccionado en esta ocasión". Un silencio que ahoga las voces de las artistas, especialmente aquellas que se atreven a explorar los territorios incómodos de la experiencia femenina. El arte, ese espacio de libertad y expresión, se ve constreñido por una nueva forma de censura, una censura invisible que opera desde las sombras, desde los despachos donde se deciden los destinos de los proyectos culturales.

No hay hogueras públicas ni listas negras, como en épocas pasadas. La represión es más sutil, más insidiosa. Se trata de un estrangulamiento económico, una asfixia financiera que deja a las artistas sin recursos para dar vida a sus obras. Proyectos que exploran la complejidad del género, la diversidad de los cuerpos, las experiencias dolorosas, son sistemáticamente silenciados. Se les niega el oxígeno vital del financiamiento, condenándolas a la invisibilidad, a la inexistencia.

¿Qué tipo de sociedad teme a las voces de sus mujeres? ¿Qué tipo de cultura se construye sobre el silencio y la negación? La respuesta es inquietante: una cultura empobrecida, una sociedad temerosa de su propia imagen reflejada en el espejo del arte. Un arte domesticado, un arte “seguro”, un arte que no incomoda, no cuestiona, no provoca. Un arte decorativo, aséptico, desprovisto de la fuerza transformadora que reside en su capacidad de interpelar, de incomodar, de generar diálogo.

El ataque no es solo contra las artistas, es contra todas nosotras. Es contra la posibilidad de construir narrativas propias, de contar nuestras historias desde nuestras propias perspectivas. Es un intento de borrar la complejidad de la experiencia femenina, de reducirla a estereotipos complacientes, a representaciones edulcoradas que no reflejan la realidad. Se celebra lo femenino, sí, pero solo si es dócil, si es inofensivo, si se ajusta a los cánones preestablecidos.

Pero la creatividad, como la vida misma, encuentra la manera de abrirse paso. Las artistas, a pesar de las dificultades, siguen creando, siguen resistiendo. Buscan nuevas formas de expresión, nuevos espacios para compartir sus obras. El arte incómodo, el arte que molesta, el arte que nos obliga a confrontar nuestras propias contradicciones, sigue ahí, latente, esperando su momento para emerger. Porque la verdad, como el agua, siempre encuentra su camino.

Y aunque intenten silenciarlas, sus voces resonarán. Resonarán en los susurros de las mujeres que se reconocen en sus historias, en las miradas cómplices de quienes se atreven a desafiar los silencios impuestos. Resonarán en la fuerza imparable de un arte que se niega a ser domesticado, un arte que se levanta como un grito de resistencia en medio de la oscuridad. Porque el arte, en su esencia más profunda, es un acto de rebeldía, un acto de libertad. Y esa libertad, nadie podrá arrebatárnosla.

Fuente: El Heraldo de México