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8 de julio de 2025 a las 09:15

Amplía tu visión, olvida el miedo

La aprobación de la “big beautiful bill” en el Congreso estadounidense, con su descomunal presupuesto de 170 mil millones de dólares para control fronterizo y migratorio, no es una simple anécdota. Es una clara señal de alarma, un nuevo campanazo que anuncia dificultades para México, una sombra que se cierne sobre nuestra economía y nuestra relación bilateral. Más allá de los intentos de la Casa Blanca por suavizar el impacto económico de las deportaciones masivas, la realidad es innegable: la agenda migratoria es una prioridad para el trumpismo, un pilar fundamental de su mandato y una promesa electoral que no pueden ignorar. Y Trump, con su peculiar estilo de "reality show" político, necesita resultados no solo tangibles, sino también "espectaculares".

Si bien el impacto de este presupuesto no se sentirá de inmediato, la maquinaria ya está en marcha. Gastar semejante cantidad tomará tiempo, pero la dirección está marcada. México debe prepararse, porque el golpe, tarde o temprano, llegará. Y no llega solo. Se suma a un escenario ya de por sí complejo: la cancelación de visas, las acusaciones del Departamento del Tesoro contra instituciones financieras mexicanas por lavado de dinero, las imputaciones a figuras como Ovidio Guzmán y las crecientes tensiones en torno a la revisión del TMEC. Todo esto configura un panorama desafiante, un laberinto de presiones en el que México debe navegar con cautela.

Ante esta adversidad, surge la pregunta crucial: ¿qué puede hacer México? Leopoldo Gómez planteaba en El Financiero el dilema de Sheinbaum: confrontar, con el riesgo de una batalla perdida, o resistir, con el riesgo de debilitarse. Ambas opciones son problemáticas, un callejón sin salida. Sin embargo, creo que la clave no está en buscar una victoria imposible, sino en “darle forma a la demanda”, como dirían los economistas. No se trata de ganar o perder, sino de moldear el terreno de juego.

Tanto la migración como el narcotráfico son problemas bilaterales, dos caras de la misma moneda en una relación de interdependencia asimétrica. Sin la demanda de mano de obra en Estados Unidos, la migración no sería tan intensa. Sin la demanda de drogas y el flujo de armas desde el norte, el narcotráfico no tendría el poder que ostenta. Trump exige la "colaboración" de México, pero sin una colaboración recíproca, sin un cambio real en las políticas del norte, la solución es una quimera.

Es probable que la Casa Blanca no reciba con los brazos abiertos un planteamiento de este tipo. Pero si la presidenta no puede "ganar" en los términos tradicionales, al menos debería intentar un camino diferente. Una estrategia que no implique la confrontación directa, pero tampoco la sumisión. Hay derrotas honorables, derrotas que siembran las semillas del cambio. Resistir pasivamente no es una política exterior. Si México debe hacer sacrificios, que sean en beneficio propio, que nos sirvan para construir un futuro mejor, no para apaciguar a Trump.

Necesitamos menos miedo y más visión. Una visión que trascienda la inmediatez de la crisis y apunte hacia una solución a largo plazo, una solución que involucre a ambas partes y que aborde las raíces del problema. Es hora de dejar de reaccionar y empezar a proponer, de dejar de apagar incendios y empezar a construir un futuro más justo y sostenible para ambos países.

Fuente: El Heraldo de México