
7 de julio de 2025 a las 20:25
¡Susto en taquería! Clientes se tiran al piso.
En un país donde la sombra de la violencia se extiende como una amenaza constante, la línea entre la comedia y la tragedia se vuelve peligrosamente delgada. El pasado viernes, una taquería en Monterrey se convirtió en el escenario involuntario de una escena que, si bien terminó en risas nerviosas, refleja la cruda realidad que se vive a diario en México.
Imaginen la escena: una familia, siete personas reunidas alrededor de una mesa, compartiendo risas y tacos. La noche del viernes prometía ser una más de grata convivencia, un respiro en la vorágine cotidiana. De pronto, el estruendo. Un rugido que corta la noche, similar al inconfundible sonido de las armas de fuego. El pánico se apodera del lugar. En una fracción de segundo, la alegría se transforma en terror. Cuerpos que se arrojan al suelo, buscando una protección ilusoria contra las balas imaginarias. Clientes que corren despavoridos, buscando refugio en el interior del local, se lanzan al piso, imitando el acto reflejo de quienes ya estaban allí, en un intento desesperado por protegerse de una amenaza invisible.
La tensión es palpable. Segundos que parecen eternos. El silencio posterior al estruendo se llena de miedo y confusión. Hasta que, como un rayo de luz en medio de la tormenta, alguien se atreve a pronunciar las palabras que rompen el hechizo: "Fue una motocicleta". El alivio se mezcla con la incredulidad, la risa nerviosa surge como un mecanismo de defensa ante el miedo vivido. El escape modificado de una motocicleta, una alteración aparentemente inofensiva, se había convertido en el detonante de una escena de pánico colectivo.
Este episodio, captado por las cámaras de seguridad del establecimiento, rápidamente trascendió las fronteras físicas de la taquería. Viralizado en redes sociales, el video ha generado una ola de reacciones encontradas. Por un lado, las risas, la burla, el humor negro que caracteriza al mexicano ante la adversidad. "Qué bueno que no fue nada", comentan algunos, aliviados. Otros, sin embargo, no pueden evitar la reflexión amarga. El video, más allá de la anécdota, es un reflejo de la constante zozobra que se vive en un país marcado por la violencia. El sonido de un escape modificado, en un contexto de inseguridad, se transforma en un disparador de traumas, un recordatorio de la fragilidad de la paz.
La indignación también se hace presente. "¿Hasta cuándo?", se preguntan muchos, hartos de la impunidad y la falta de regulación. "Ya deberían prohibir esos escapes", exclaman, cansados del ruido ensordecedor que perturba la tranquilidad de las calles y que, en ocasiones como esta, se convierte en un detonante de pánico colectivo. El debate se abre. ¿Es solo una broma pesada? ¿Un reflejo de la cultura del ruido? ¿O una muestra más de la normalización de la violencia en la sociedad mexicana? El video, con sus escasos segundos de duración, ha puesto sobre la mesa una discusión incómoda, una que nos obliga a confrontar la realidad que vivimos y a cuestionarnos ¿qué estamos haciendo para cambiarla? Mientras tanto, el video sigue sumando reproducciones, un recordatorio constante de que, en México, incluso la risa puede tener un sabor amargo.
Fuente: El Heraldo de México