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7 de julio de 2025 a las 09:10

¿Morelos olvidado?

La creciente ola de violencia que azota al estado de Morelos ha alcanzado niveles alarmantes. El reciente atentado contra Alfredo Escalona Arias, secretario general del Ayuntamiento de Cuautla, uno de los municipios más peligrosos de la entidad, es una muestra brutal de la impunidad y el poder que ejercen los grupos criminales en la región. Más de quince disparos impactaron en el cuerpo de Escalona, un ataque directo y feroz que lo mantiene hospitalizado luchando por su vida. Este hecho no es un caso aislado, sino un reflejo de la grave crisis de seguridad que se vive en Morelos, un estado que alguna vez fue un destino turístico predilecto y hoy se ha convertido en un territorio dominado por el miedo.

La figura del alcalde de Cuautla, Jesús Corona Damián, también se encuentra bajo la sombra de la sospecha. La fotografía que lo vincula con un presunto líder criminal, conocido como "El Barbas", ha generado una profunda desconfianza en la ciudadanía y ha planteado serias interrogantes sobre la posible connivencia entre el poder político y el crimen organizado. Este tipo de relaciones opacas solo contribuye a alimentar la espiral de violencia e impunidad que ahoga a Morelos.

Mientras tanto, la gobernadora Margarita González Saravia parece ajena a la realidad que viven los morelenses. Su atención se centra en disputas políticas y en su confrontación con el ex gobernador Cuauhtémoc Blanco, relegando a un segundo plano la urgente necesidad de atender la crisis de seguridad. La denuncia de corrupción contra Blanco, que en su momento fue enarbolada como bandera por González Saravia, hoy se tambalea ante las acusaciones de manipulación y fabricación de pruebas. Este escenario de incertidumbre y confrontación política solo agrava la situación y deja a la población a merced de la violencia.

La reciente denuncia de Elliot Gabriel Rivera Hernández, perito de la Fiscalía, ha puesto en tela de juicio la veracidad de las acusaciones contra Blanco y ha abierto un nuevo capítulo en la compleja trama política de Morelos. La presión y las amenazas que denuncia Rivera Hernández para fabricar un dictamen incriminatorio contra el ex gobernador, revelan la fragilidad del sistema judicial y la posible instrumentalización de la justicia con fines políticos. ¿Dónde queda la verdad en medio de este cruce de acusaciones? ¿Quién protege realmente los intereses de los morelenses?

La renuncia de Adrián López Solís a la Fiscalía de Michoacán es otro síntoma de la profunda crisis institucional que atraviesa el país. Su gestión, marcada por la impunidad y la ineficacia, deja un vacío de poder que dificulta aún más la lucha contra el crimen organizado. La figura del "fiscal carnal", cercana al poder político, se repite en distintos estados y socava la confianza en las instituciones. ¿Cuándo se romperá este ciclo vicioso? ¿Cuándo se priorizará la seguridad y la justicia por encima de los intereses políticos?

Morelos se encuentra en una encrucijada. La violencia se ha apoderado de sus calles, la impunidad reina y la clase política parece más preocupada por sus disputas internas que por el bienestar de la ciudadanía. Es urgente un cambio de rumbo, una apuesta decidida por la seguridad y la justicia, que devuelva la paz y la tranquilidad a este estado que alguna vez fue sinónimo de belleza y descanso. El tiempo se agota y la paciencia de los morelenses también. ¿Quién asumirá la responsabilidad de liderar el cambio? ¿Quién se atreverá a enfrentar a los grupos criminales y a romper el pacto de silencio que los protege? El futuro de Morelos está en juego.

Fuente: El Heraldo de México