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7 de julio de 2025 a las 04:35

La psicología de la obsesión por las mascotas

El vínculo entre humanos y animales ha existido desde tiempos inmemoriales, evolucionando desde una relación de utilidad a una de profundo cariño y compañía. Hoy en día, las mascotas son consideradas miembros de la familia, recibiendo amor, cuidados y, en ocasiones, hasta un lugar privilegiado en el sofá. Sin embargo, este afecto puede, en ciertos casos, transformarse en una obsesión que requiere atención y comprensión. No se trata simplemente de amar a los animales, sino de una conducta que puede afectar tanto el bienestar de la persona como el de sus mascotas.

¿Cuándo el amor por los animales se convierte en una obsesión? La línea divisoria puede ser sutil. Mientras que un amante de los animales disfruta de su compañía, una persona obsesionada puede presentar conductas que van más allá del cuidado responsable. La acumulación de animales, conocida como síndrome de Noé, es una de las señales más evidentes. Llenar la casa con un número excesivo de mascotas, muchas veces superando la capacidad de brindarles los cuidados necesarios, puede ser un síntoma de un problema subyacente.

El síndrome de Noé no se trata simplemente de tener muchos animales. Es una condición compleja que a menudo se relaciona con otros trastornos psicológicos como la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático e incluso la demencia. La soledad y el aislamiento social también pueden ser factores desencadenantes. Las personas que lo padecen pueden no ser conscientes de la magnitud del problema, incluso negando que exista, un fenómeno conocido como anosognosia. Esta falta de consciencia dificulta la intervención y el tratamiento.

A diferencia de un hogar con múltiples mascotas bien cuidadas, en los casos de síndrome de Noé, el bienestar de los animales se ve comprometido. La falta de higiene, la escasez de alimento y la imposibilidad de brindar atención veterinaria adecuada son consecuencias directas de la acumulación. Esto genera un ambiente insalubre tanto para los animales como para la persona. El olor, la suciedad y la posible propagación de enfermedades son solo algunos de los problemas que pueden surgir.

La identificación del síndrome de Noé es crucial para poder brindar la ayuda necesaria. La familia, los amigos y los vecinos juegan un papel importante en la detección de estas situaciones. Observar un cambio drástico en la higiene de la persona, el deterioro de su vivienda y la presencia de un número inusual de animales son señales de alerta. La intervención temprana es fundamental para evitar el agravamiento de la situación y garantizar el bienestar tanto de la persona como de los animales.

El tratamiento del síndrome de Noé requiere un enfoque multidisciplinario. La atención psicológica es esencial para abordar los trastornos subyacentes, mientras que la asistencia social puede ayudar a la persona a recuperar el control de su vida y encontrar un hogar adecuado para sus mascotas. En algunos casos, la intervención de las autoridades puede ser necesaria para rescatar a los animales y garantizar su seguridad.

Amar a los animales es una cualidad admirable, pero es importante reconocer cuándo ese amor se transforma en una obsesión que requiere ayuda profesional. El síndrome de Noé no es un capricho, es una condición que afecta la vida de las personas y el bienestar de los animales. La información, la comprensión y la intervención temprana son las claves para abordar este problema y ofrecer el apoyo necesario.

Fuente: El Heraldo de México