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8 de julio de 2025 a las 00:10

El Universo tiene fecha de caducidad

Imagine un universo que respira. No uno estático, inmutable, sino uno dinámico, en constante movimiento, que se expande y se contrae como los pulmones en un ciclo cósmico de proporciones inimaginables. Esa es la fascinante imagen que nos pintan los científicos de la Universidad de Cornell, la Universidad Jiao Tong de Shanghái y otras instituciones, en una investigación que desafía la concepción tradicional de un universo en expansión eterna.

Su propuesta, basada en un análisis meticuloso de datos astronómicos del Dark Energy Survey y el Dark Energy Spectroscopic Instrument, postula que el universo no se expandirá indefinidamente, sino que, como una banda elástica estirada al máximo, eventualmente retrocederá sobre sí mismo en un proceso de contracción que culminará en un "Big Crunch", una especie de reverso del Big Bang, el evento que dio origen a todo lo que conocemos.

Si bien el pronóstico de un colapso universal suena apocalíptico, la escala temporal involucrada nos permite respirar tranquilos, al menos por ahora. Los investigadores estiman que este evento ocurriría dentro de unos 33.300 millones de años. Considerando que el universo tiene aproximadamente 13.800 millones de años, nos quedarían aún unos 20.000 millones de años antes de que comience el gran retroceso. Una cifra que empequeñece incluso la vasta historia de la vida en la Tierra, que apenas alcanza los 600 millones de años para las formas de vida complejas.

La clave de este ciclo cósmico reside en la enigmática energía oscura, una fuerza invisible que constituye cerca del 70% del universo observable. Durante mucho tiempo se ha considerado a la energía oscura como el motor de la expansión cósmica. Sin embargo, nuevas observaciones sugieren que esta fuerza podría ser más compleja de lo que se pensaba, capaz de variar su influencia e incluso invertir el proceso de expansión.

El modelo teórico propuesto por los investigadores describe un universo que continúa expandiéndose, pero a un ritmo cada vez más lento, hasta alcanzar un tamaño máximo, aproximadamente un 69% mayor que el actual. A partir de ese punto, la energía oscura comenzaría a ejercer su influencia en sentido contrario, iniciando una fase de contracción gradual que, a lo largo de miles de millones de años, llevaría al universo de regreso a un único punto.

Es importante destacar que esta predicción se basa en un modelo teórico y aún existe un alto grado de incertidumbre. La naturaleza de la energía oscura sigue siendo uno de los mayores misterios de la cosmología moderna, y se necesitan más datos para confirmar o refutar la hipótesis del Big Crunch. Proyectos astronómicos en desarrollo, como el Telescopio Espacial James Webb y el futuro Telescopio Extremadamente Grande, prometen arrojar nueva luz sobre las propiedades de la energía oscura y ayudarnos a comprender mejor el destino final del universo.

Mientras tanto, podemos contemplar la inmensidad del cosmos con una perspectiva renovada. La idea de un universo cíclico, que se expande y se contrae en una danza cósmica eterna, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia existencia y nuestro lugar en este vasto y misterioso universo. Y aunque el Big Crunch pueda parecer un final, también podría ser el preludio de un nuevo comienzo, un nuevo Big Bang que dé origen a otro ciclo de expansión y contracción, en un proceso sin fin. Un pensamiento tan fascinante como aterrador, que nos recuerda la incesante transformación del universo y la efímera naturaleza de nuestra propia existencia.

Fuente: El Heraldo de México