
7 de julio de 2025 a las 05:10
Descubriendo la Gentrificación: ¿Un beneficio para quién?
La gentrificación, un término que resuena con fuerza en las discusiones urbanas contemporáneas, a menudo se percibe como un villano unidimensional, un monstruo que desplaza comunidades y borra identidades. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja, un tapiz tejido con hilos de cambio, tanto positivos como negativos. Si bien es cierto que la llegada de nuevos residentes con mayor poder adquisitivo puede disparar los precios de la vivienda y desplazar a los habitantes tradicionales, la gentrificación también puede ser un catalizador para la revitalización de barrios olvidados, atrayendo inversión, mejorando la infraestructura y creando nuevas oportunidades económicas.
El debate en torno a la gentrificación en la Ciudad de México, reavivado por recientes protestas, nos obliga a mirar más allá de las narrativas simplistas y a profundizar en las causas y consecuencias de este fenómeno. ¿Es simplemente una invasión de foráneos adinerados o una respuesta natural a las dinámicas urbanas? La Dra. Umañas, de la UNAM, nos invita a considerar que la gentrificación no es inherentemente negativa, sino un proceso que puede generar beneficios si se gestiona adecuadamente. La clave, según la experta, reside en diseñar políticas que armonicen los intereses de todos los actores involucrados, respondiendo a la pregunta fundamental: ¿para quién es la ciudad?
Esta interrogante nos lleva al corazón del problema. El derecho a la ciudad no debería ser un privilegio exclusivo de unos pocos, sino una garantía para todos sus habitantes, independientemente de su nivel socioeconómico. La gentrificación, en su forma más cruda, amenaza este derecho, creando una ciudad de dos caras: una brillante y moderna para los recién llegados, y otra marginada y olvidada para quienes la han habitado durante generaciones.
La experiencia con los bajo puentes en el sur de la capital, mencionada por la Dra. Umañas, ilustra la complejidad del asunto. Si bien el programa de recuperación mejoró la seguridad y fomentó el comercio local, también desplazó a la población sin hogar que encontraba refugio en esos espacios. Este ejemplo nos muestra que incluso las intervenciones con buenas intenciones pueden tener consecuencias no deseadas si no se consideran las necesidades de todos los sectores de la sociedad.
Ángel Terral, de Airbnb, añade otra perspectiva al debate, señalando que atribuir la gentrificación a una sola causa es una simplificación excesiva. La realidad urbana es un entramado de factores interconectados, desde la disponibilidad de transporte público hasta las políticas de vivienda. En este sentido, la plataforma Airbnb, a menudo señalada como un agente gentrificador, también argumenta que contribuye a la economía local y permite a muchos residentes obtener ingresos extra para mantenerse en sus hogares.
La ONU Hábitat reconoce el dilema, admitiendo que la gentrificación, a pesar de sus consecuencias negativas, puede generar recursos y dinamizar la economía urbana. La clave, según la organización, está en encontrar un equilibrio entre la revitalización de los barrios y la protección de los residentes vulnerables. Proponen políticas redistributivas que canalicen los beneficios de la gentrificación hacia la regeneración de otras zonas menos favorecidas, así como programas de apoyo a la vivienda y al desarrollo económico local.
En definitiva, la gentrificación no es un fenómeno blanco o negro, sino una realidad multifacética que exige un análisis profundo y soluciones integrales. No se trata de detener el cambio, sino de gestionarlo de manera justa y equitativa, garantizando que la ciudad sea un espacio inclusivo para todos sus habitantes, un lugar donde la prosperidad no se construya sobre la exclusión, sino sobre la convivencia y el respeto mutuo. El desafío está en construir una ciudad para todos, donde la modernización y el desarrollo vayan de la mano con la preservación del tejido social y la protección de los más vulnerables.
Fuente: El Heraldo de México