La desolación se cierne sobre Hermosillo, Sonora, tras el estremecedor descubrimiento de tres cuerpos sin vida en un predio baldío de la comisaría de Miguel Alemán. La noticia, que ha conmocionado a la comunidad, cobra un matiz aún más trágico al conocerse, de manera extraoficial, que se trata de tres menores de edad, encontradas abrazadas en su último aliento. Un escalofrío recorre la espina dorsal al imaginar los últimos momentos de estas jóvenes vidas, aparentemente segadas por la violencia, un testimonio desgarrador de la crueldad que, lamentablemente, se ha convertido en una realidad palpable en nuestro país.

El Colectivo Buscadoras Por La Paz, incansables guerreras en la búsqueda de desaparecidos, fue quien dio con el macabro hallazgo gracias a una llamada anónima, una voz en la oscuridad que guió la luz hacia este rincón de horror. "Una historia desgarradora", anunciaron en sus redes sociales, palabras que se quedan cortas ante la magnitud de la tragedia. La imagen de estas mujeres, recorriendo incansablemente terrenos inhóspitos, aferradas a la esperanza de encontrar a sus seres queridos, contrasta dolorosamente con la realidad que enfrentan día a día: la violencia que arrebata vidas y deja un vacío irreparable en las familias.

La Fiscalía de Sonora, por su parte, ha confirmado el hallazgo de los tres cuerpos e iniciado una rigurosa investigación. Si bien la información oficial aún no confirma la identidad ni la edad de las víctimas, el hermetismo y la cautela con la que se maneja el caso, alimentan la angustia y la incertidumbre que se respira en la comunidad. La carretera 36 Norte, kilómetro 7, se convierte en un punto marcado por la tragedia, un recordatorio silencioso de la vulnerabilidad y la fragilidad de la vida.

Servicios Periciales trabaja arduamente en la escena del crimen, recopilando cada indicio, cada fragmento de una historia que aún está por escribirse. La búsqueda de la verdad, de la justicia para estas tres vidas truncadas, es una tarea titánica que exige la colaboración de todos. ¿Qué circunstancias rodearon este terrible suceso? ¿Quiénes son los responsables de este acto de barbarie? Las preguntas se agolpan en la mente, mientras la comunidad espera con ansia las respuestas que la Fiscalía se ha comprometido a proporcionar.

Este caso, sin duda, nos obliga a reflexionar sobre la violencia que azota a nuestro país y la necesidad de redoblar esfuerzos para proteger a los más vulnerables. La solidaridad con las familias de las víctimas es fundamental en estos momentos de dolor. Es imperativo que la sociedad se una, que alcemos la voz y exijamos justicia, que no permitamos que la impunidad se imponga una vez más. La memoria de estas tres jóvenes vidas debe ser un llamado a la acción, un impulso para construir un futuro donde la paz y la seguridad sean una realidad para todos. No podemos permitir que la indiferencia nos convierta en cómplices silenciosos de la tragedia.