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6 de julio de 2025 a las 09:15

México: ¿Fascismo en puerta?

La proliferación de términos como "fascista", "sionismo" y "gentrificación", utilizados a menudo de forma ligera y sin un profundo entendimiento de su significado, se ha convertido en un síntoma preocupante de la superficialidad que impera en ciertos discursos. En muchos casos, estas palabras se emplean como simples etiquetas para descalificar al oponente, sin entrar en un debate argumentado y constructivo. El resultado es un empobrecimiento del diálogo público y una polarización cada vez más acentuada.

Tomemos, por ejemplo, el caso del Festival Mubi. La acusación de "sionismo" lanzada contra la plataforma, basada en una supuesta conexión con una empresa de capital de riesgo que, a su vez, se vincula con la industria armamentística, resulta, cuando menos, endeble. La cancelación del festival, justificada por "motivos de seguridad", deja un sabor amargo y la sensación de que el activismo, en este caso, se ha ejercido de forma desproporcionada y sin una base sólida. Es crucial preguntarse si este tipo de acciones, en lugar de promover la causa palestina, no la perjudican al generar rechazo y asociarla con la intolerancia.

Por otro lado, el concepto de "gentrificación" se ha convertido en un arma arrojadiza contra cualquier cambio urbano que implique la llegada de nuevos residentes con mayor poder adquisitivo. Las protestas en la Roma y la Condesa, con actos vandálicos contra establecimientos comerciales, son un ejemplo claro de cómo la retórica anti-gentrificación puede derivar en violencia. Es necesario analizar este fenómeno con mayor profundidad, considerando no solo los posibles efectos negativos, sino también las oportunidades que puede generar la revitalización de barrios. Simplificar el debate a una dicotomía entre "buenos" y "malos", entre locales y extranjeros, impide una comprensión integral del problema.

En ambos casos, la palabra "fascista" se utiliza con una ligereza alarmante. Es cierto que existen paralelismos entre ciertos movimientos de izquierda radical y las ideologías fascistas, especialmente en lo que respecta a la intolerancia y la justificación de la violencia. Sin embargo, lanzar la acusación de fascismo sin un análisis riguroso y contextualizado contribuye a trivializar un término que evoca uno de los periodos más oscuros de la historia. La xenofobia y la violencia callejera son, sin duda, elementos preocupantes, pero no necesariamente implican la presencia de un movimiento fascista organizado.

Es fundamental promover un debate público más informado y responsable, donde las palabras se utilicen con precisión y se argumente con solidez. La descalificación fácil y el recurso a la violencia no solo impiden la búsqueda de soluciones, sino que también erosionan la convivencia democrática. Es necesario fomentar el pensamiento crítico y la capacidad de diálogo para construir una sociedad más justa y tolerante.

Fuente: El Heraldo de México