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6 de julio de 2025 a las 21:10

La verdad tras la ruina de Rubén Aguirre

La sombra de Chespirito se alarga, proyectando una luz nostálgica pero también revelando recovecos oscuros en la historia del querido programa. Más allá de las risas y las frases memorables, emergen ahora episodios dolorosos, como el accidente que marcó la vida de Rubén Aguirre, el entrañable Profesor Jirafales. Un infortunado percance automovilístico, ocurrido en la víspera de un nuevo año, el 31 de diciembre de 2007, transformó para siempre la realidad del actor y su esposa, Consuelo de los Reyes. Imaginen la escena: un viaje rumbo a Los Mochis, Sinaloa, la expectativa de un nuevo espectáculo, la compañía inseparable de su amada esposa… y de pronto, la falla mecánica, la impotencia ante unos frenos que no responden, el impacto brutal contra un muro.

El silencio tras el choque se rompió con el sonido de las sirenas, el clamor de la emergencia. Ambos, Rubén y Consuelo, fueron trasladados de urgencia al hospital. Las lesiones, graves. Fracturas, heridas, el pronóstico reservado. Para el Profesor Jirafales, cuatro tornillos y una placa en la columna vertebral. Para su esposa, la pérdida de una pierna. Un precio demasiado alto por un viaje truncado.

Un millón de pesos, según relató el propio Aguirre, fue el costo de la atención médica, de las cirugías, de la larga recuperación. Una cifra que, aunque considerable, no lo dejó en la ruina, como algunos medios sensacionalistas se apresuraron a afirmar. El actor, con la misma dignidad que caracterizaba a su personaje, aclaró los rumores, desmintiendo la versión de la quiebra. "Un reportero que dijo mentiras", sentenció, lamentando la tergiversación de sus palabras. Lejos de la especulación, la verdad era mucho más sencilla y a la vez, mucho más dolorosa: un accidente, un gasto considerable, una recuperación lenta y difícil.

Este episodio, sin embargo, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, sobre la importancia de valorar cada momento. Nos recuerda también la voracidad de la prensa, la facilidad con la que se distorsiona la realidad en busca de un titular sensacionalista. Mientras el legado de Chespirito continúa vivo en la memoria colectiva, historias como la de Rubén Aguirre nos muestran el lado humano, las dificultades y los desafíos que enfrentaron quienes nos hicieron reír durante tantos años. Un recordatorio de que detrás de las máscaras, de los personajes entrañables, existen personas de carne y hueso, con sus propias alegrías y tristezas, con sus propias historias que merecen ser contadas con respeto y veracidad.

Y es que el accidente de Rubén Aguirre no solo nos habla de un infortunio personal, sino también de la necesidad de un periodismo responsable, un periodismo que se aleje del sensacionalismo y se acerque a la verdad, un periodismo que honre la memoria de aquellos que, como el Profesor Jirafales, nos dejaron un legado de risas y enseñanzas.

Fuente: El Heraldo de México