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6 de julio de 2025 a las 05:25

El Último Adiós de Jenni: Secretos Revelados

La mañana del 9 de diciembre de 2012 amaneció como cualquier otra para Miguel Ángel Fox. Un domingo cualquiera, con el desayuno en la mesa y la expectativa de la transmisión de "La Voz México" más tarde ese día. Nada hacía presagiar la tragedia que se avecinaba, la noticia que le helaría la sangre y cambiaría el curso de ese domingo para siempre. Una llamada telefónica irrumpió en la tranquilidad de su mañana. Una voz al otro lado del teléfono le comunicó la increíble noticia: el avión de Jenni Rivera, tras despegar de Monterrey, había desaparecido de los radares. La primera reacción de Fox fue de total incredulidad. Pensó que se trataba de una broma de mal gusto, una ocurrencia macabra e improbable. “¿Aviones que desaparecen del radar?”, se cuestionó a sí mismo, desestimando la información como un absurdo. Colgó el teléfono, tratando de borrar de su mente aquella idea descabellada.

Sin embargo, la inquietud sembrada por esa primera llamada empezó a germinar en su interior. La duda lo carcomía, la imposibilidad de asimilar semejante noticia. Minutos después, el teléfono volvió a sonar. Era la misma voz, la misma persona en la torre de control, confirmando la tragedia con una crudeza que le partió el alma. Esta vez, no hubo lugar para la incredulidad. La voz en el teléfono, quebrada por el llanto, confirmó lo impensable: el avión se había estrellado. La noticia, aún sin confirmar públicamente, golpeó a Fox con la fuerza de un maremoto. En ese instante, la maquinaria de la producción de "La Voz México" tuvo que dar un giro radical. Lo que se había planeado como una celebración del talento y la música, se transformó en un homenaje a la vida y un espacio para el duelo colectivo. El ambiente en el set de grabación era denso, cargado de una tristeza palpable. Los coaches, conmocionados por la noticia, se mostraban reticentes a participar. La "familia" que habían formado durante la producción estaba rota, fragmentada por la pérdida repentina e inesperada de una de sus piezas clave.

A pesar del dolor, a pesar de la conmoción, el show debía continuar. Y continuó, transformado en un tributo a la Diva de la Banda. Fox recuerda con especial tristeza la imagen de la silla vacía de Jenni, adornada únicamente con una rosa blanca. Un símbolo de la ausencia, del vacío imposible de llenar. La participación de Lupillo Rivera, hermano de Jenni, en ese programa cargado de emociones, fue un gesto de solidaridad y un bálsamo para el alma de todos los presentes.

La imagen de esa rosa blanca, la silla vacía, la atmósfera de tristeza y respeto en el set, quedaron grabadas a fuego en la memoria de Fox, como un recordatorio de la fragilidad de la vida y del impacto de una pérdida irreparable. Un día que transcurrió entre la incredulidad, el dolor y la necesidad de honrar la memoria de una artista que dejó una huella imborrable en la música y en el corazón de millones.

Fuente: El Heraldo de México