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5 de julio de 2025 a las 13:30
Tragedia tras velorio: Madre e hijo fallecen en accidente
El manto de la tragedia se cierne pesadamente sobre una familia argentina, sumiéndola en un dolor inimaginable. Lo que comenzó como un triste adiós a un ser querido, se transformó en una pesadilla en la carretera que les arrebató a dos más de los suyos. Un viaje de regreso a casa, tras el velorio de Santo Reinaldo González, de 52 años, se convirtió en el escenario de un brutal accidente que segó la vida de Gladis González, de 48, y su hijo, Rafael Aguirre, de 22. La fatalidad quiso que el pasado 29 de junio, en la ruta Tucumán-Famaillá, a la altura del puente Santa Bárbara, el destino les tendiera una cruel emboscada.
El silencio del duelo se rompió con el violento estruendo del metal. Testigos presenciales relatan la escena con horror: un automóvil, conducido a una velocidad excesiva y en dirección contraria, impactó de frente contra el vehículo en el que viajaba la familia. La fuerza del choque fue devastadora. Gladis y Rafael, aún conmocionados por la reciente pérdida de su hermano y tío respectivamente, no tuvieron oportunidad. Sus vidas se apagaron en el instante, sumiendo a la familia en una espiral de dolor aún más profunda.
El conductor del otro vehículo, identificado como Miguel Darío Pizzo, de 54 años, también perdió la vida en el impacto. Sobre él pesan las sombras de la duda. Versiones preliminares, aún no confirmadas por las autoridades, sugieren que Pizzo conducía bajo los efectos del alcohol. De confirmarse, esta imprudencia se sumaría a la larga lista de tragedias viales causadas por la irresponsabilidad al volante, dejando una huella imborrable en la vida de quienes ahora lloran la pérdida de sus seres queridos.
La tragedia no se limitó a las vidas arrebatadas. Tres miembros más de la familia, que viajaban en el mismo vehículo, resultaron heridos y fueron trasladados al Hospital Padilla. Su estado de salud se mantiene en reserva, mientras sus familiares se aferran a la esperanza de su pronta recuperación. A la angustia de la pérdida se suma la incertidumbre de su pronóstico, un peso adicional en medio del desconsuelo.
Este trágico suceso nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de la responsabilidad al volante. En un instante, todo puede cambiar. Un acto imprudente, una decisión equivocada, puede tener consecuencias devastadoras, no solo para quien la comete, sino para familias enteras que quedan marcadas para siempre por el dolor y la ausencia. Que la memoria de Gladis y Rafael, y de todas las víctimas de accidentes viales, sirva como un llamado a la conciencia, un recordatorio de que la vida es un bien preciado que debemos cuidar y proteger, tanto la propia como la de los demás. La justicia, por su parte, deberá esclarecer las circunstancias del accidente y determinar las responsabilidades correspondientes, para que al menos en el terreno legal, las familias encuentren un poco de paz en medio de la tormenta.
Fuente: El Heraldo de México