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5 de julio de 2025 a las 18:40

Secuestro exprés de niño en Cuauhtémoc

La creciente amenaza de la extorsión digital se cierne sobre nuestras familias, encontrando en los más vulnerables, nuestros niños, un nuevo objetivo. El reciente caso ocurrido el 4 de julio en la alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México, nos sacude y nos obliga a reflexionar sobre la seguridad de nuestros hijos en el mundo virtual. Un menor de tan solo 10 años, víctima de un engaño a través de las redes sociales, fue alejado de su hogar con la promesa de reencontrarse con su madre. Una llamada telefónica, aparentemente inocente, bastó para tejer una red de mentiras que culminó en un secuestro exprés y la angustiosa exigencia de un rescate de 50 mil pesos.

Este caso, lamentablemente, no es un hecho aislado. Las redes sociales, si bien nos conectan y nos ofrecen un sinfín de posibilidades, también se han convertido en un terreno fértil para la delincuencia. La ingenuidad y la confianza propia de la infancia son explotadas por criminales que se esconden detrás de perfiles falsos y promesas vacías. Es imperativo, por tanto, fortalecer la comunicación con nuestros hijos, educarlos sobre los peligros que acechan en el ciberespacio y enseñarles a identificar las señales de alerta ante posibles engaños. No se trata de demonizar la tecnología, sino de utilizarla con responsabilidad y de dotar a nuestros pequeños de las herramientas necesarias para navegar seguros en el mundo digital.

La rápida actuación de la policía capitalina en este caso es destacable. La movilización de las unidades del Sector 8, desde las 11:00 horas, peinando calles, tianguis y mercados, demuestra el compromiso de las fuerzas del orden en la protección de la ciudadanía. Sin embargo, no podemos depender únicamente de la respuesta reactiva. La prevención es la clave. Es necesario implementar estrategias de seguridad más robustas, que incluyan la vigilancia cibernética y la colaboración con las plataformas de redes sociales para identificar y neutralizar a estos delincuentes.

El hecho de que el menor contara con un teléfono celular durante el secuestro, aunque a priori podría parecer un riesgo, se convirtió en la herramienta clave para su rescate. La llamada de los agentes, recibida por el niño, y la posterior confirmación de su ubicación por parte de una empleada de la gasolinera en Santa María la Ribera, evidencian la importancia de la tecnología en la lucha contra el crimen. Este caso nos muestra las dos caras de la moneda: la tecnología como herramienta para el delito y, al mismo tiempo, como instrumento para la justicia.

El reencuentro del menor con su familia en el Centro de Justicia de La Palma, en Ecatepec, marca el final de una pesadilla. Sin embargo, la cicatriz emocional de esta experiencia persistirá. Es fundamental brindar apoyo psicológico tanto al niño como a su familia para superar el trauma y reconstruir la confianza. Este caso debe servir como un llamado a la acción para toda la sociedad. Debemos unir fuerzas, padres, educadores, autoridades y empresas tecnológicas, para construir un entorno digital más seguro para nuestros hijos, donde puedan explorar, aprender y crecer sin temor a ser víctimas de la delincuencia. La seguridad de nuestros niños es una responsabilidad compartida. No podemos permitir que la sombra de la extorsión digital se cierna sobre su futuro.

Fuente: El Heraldo de México