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5 de julio de 2025 a las 03:20

Marcha contra la gentrificación: ¿Progreso o despojo?

La vibrante energía del Parque México, usualmente reservada para paseos dominicales y risas infantiles, se transformó este 4 de julio en un hervidero de voces unidas en protesta. Vecinos de colonias emblemáticas como la Doctores, la Obrera, la Roma y la Condesa, tradicionalmente el corazón palpitante de la Ciudad de México, se congregaron para alzar la voz contra un enemigo silencioso pero implacable: la gentrificación. Un fenómeno que, como una marea invisible, está transformando el rostro de sus barrios y amenazando con desplazar a sus habitantes de toda la vida.

La tarde se tiñó de pancartas y consignas, un grito colectivo que resonó entre los árboles centenarios del parque. "La ciudad no se vende, se defiende", coreaban los manifestantes, un lema que encapsula la esencia de su lucha. No se trata solo de ladrillos y cemento, sino de la pérdida de identidad, de la disolución de un tejido social construido a lo largo de décadas. Se trata de la abuela que ya no puede pagar la renta, del taller mecánico familiar que cierra sus puertas, de la tienda de abarrotes de la esquina reemplazada por un café de especialidad con precios inaccesibles.

Las historias que se compartieron entre los asistentes dibujaron un panorama preocupante. Aumentos desorbitados en las rentas, la proliferación de negocios dirigidos a un público extranjero con mayor poder adquisitivo, la presión constante para vender sus propiedades a desarrolladores inmobiliarios… Un cóctel explosivo que está expulsando a las familias de sus hogares, fragmentando comunidades y borrando la memoria histórica de estos barrios.

La convocatoria, que circuló rápidamente a través de redes sociales como la publicación de El Heraldo de México, demuestra el poder de la organización ciudadana y la creciente preocupación ante este fenómeno. La gentrificación, un problema que antes se susurraba en voz baja, ahora se discute abiertamente en las plazas públicas, exigiendo la atención de las autoridades y planteando la necesidad de implementar políticas públicas que protejan a los residentes.

La manifestación del 4 de julio no es un hecho aislado, sino un síntoma de una problemática mucho más profunda. Representa un punto de inflexión, el inicio de una lucha por el derecho a la ciudad, por el derecho a permanecer en los barrios que han sido su hogar durante generaciones. Es una llamada de atención a la sociedad en su conjunto, una invitación a reflexionar sobre el modelo de desarrollo urbano que queremos para la Ciudad de México. ¿Una ciudad cosmopolita y vibrante, sí, pero a costa de qué? ¿A costa de sacrificar la esencia misma de sus barrios y dejar atrás a quienes la construyeron? Estas son las preguntas que resonaban en el aire del Parque México, preguntas que exigen respuestas urgentes y concretas.

La movilización dejó una semilla de esperanza: la esperanza de que la unión y la organización ciudadana puedan frenar el avance de la gentrificación y construir una ciudad más justa e inclusiva, una ciudad donde todos tengan cabida, independientemente de su nivel socioeconómico. El camino es largo y la lucha apenas comienza, pero la voz de los vecinos, unida y resonante, ya se ha hecho escuchar. Y seguirá haciéndose escuchar hasta que se produzca un cambio real.

Fuente: El Heraldo de México