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6 de julio de 2025 a las 02:25

Justicia para Trigo: El hijo de Joan Sebastian asesinado a tiros.

Veinte años han pasado y el eco de los disparos aún resuena en Juliantla. Veinte años desde aquella noche agostina en Texas, donde la música y la alegría se ahogaron en un grito desgarrador. El recuerdo de Trigo Figueroa, el hijo del "Poeta del Pueblo", sigue vivo, no solo en la memoria de su familia, sino en el corazón de un México que aún se estremece al recordar la tragedia.

Muchos lo recuerdan como la sombra protectora de Joan Sebastian, el hombre tras bambalinas que se aseguraba de que todo marchara a la perfección. Trigo, con apenas 27 años, no buscaba los reflectores, su mundo giraba en torno a la seguridad y el bienestar de su padre. Ironías del destino, fue en un concierto, en la cúspide del éxito de Joan Sebastian, donde la vida de Trigo se apagó de forma abrupta.

Plaza del Valle, Hidalgo, Texas. La multitud enardecida, la música vibrando en el aire, y de pronto, el caos. Un altercado, un forcejeo, la confusión… y el sonido fatal que cambiaría todo para siempre. Testigos presenciales hablan de un tumulto, de la desesperación por proteger a Joan Sebastian, y de la figura de Trigo, intentando abrir paso entre la marea humana. En ese instante, la violencia irrumpió con la fuerza de un huracán, robándole la vida al joven en un abrir y cerrar de ojos.

Imaginen la escena: Joan Sebastian, en la cima de su carrera, presenciando la agonía de su propio hijo. La impotencia, el dolor indescriptible de ver la vida de Trigo escaparse entre sus dedos. A pesar de los esfuerzos médicos, la herida resultó fatal. Trigo falleció en un hospital estadounidense, dejando un vacío inmenso en la familia Figueroa y en el mundo de la música.

La tragedia marcó para siempre a Joan Sebastian. El "Poeta del Pueblo" perdió a uno de sus pilares, a un compañero, a un hijo. La herida, profunda e incurable, se reflejó en sus canciones, en las letras cargadas de dolor y resignación que conmovían a millones. Pero el destino, cruel e implacable, le tenía reservado otro golpe devastador: la pérdida de Juan Sebastián, otro de sus hijos, también víctima de la violencia.

A dos décadas del asesinato de Trigo, las preguntas siguen sin respuesta. ¿Quién fue el responsable? ¿Por qué? La impunidad, como una sombra siniestra, se cierne sobre el caso. A pesar de las investigaciones, el culpable nunca fue llevado ante la justicia. Un recordatorio amargo de la fragilidad de la vida y de la lucha constante contra la violencia que azota a México.

Hoy, el nombre de Trigo Figueroa no solo evoca la tragedia, sino también el amor incondicional de un padre, la dedicación de un hijo, y la necesidad imperante de justicia. Su recuerdo permanece vivo, como una llama que se niega a apagarse, iluminando el camino en la búsqueda de un México más seguro y en paz. Un México donde la música no se tiña de sangre, y donde la vida de ningún joven se apague de forma tan abrupta e injusta.

Fuente: El Heraldo de México