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5 de julio de 2025 a las 19:30

Adiós a las cuentas separadas ¡Entérate!

La creciente tendencia de dividir la cuenta en grupos numerosos está generando un considerable debate en el sector restaurantero. Mientras que para algunos comensales se trata de una cuestión de comodidad y control sobre sus gastos, para muchos establecimientos se ha convertido en una verdadera pesadilla logística y, en algunos casos, hasta una cuestión de supervivencia. En ciudades como Málaga, España, el fenómeno ha cobrado tal magnitud que ha impulsado un movimiento de resistencia entre los restauradores, quienes, hartos de las complicaciones que conlleva esta práctica, han comenzado a colocar letreros anunciando que "no se dividen cuentas".

Esta situación pone de manifiesto la compleja dinámica que existe entre las necesidades de los clientes y las realidades operativas de los negocios. Si bien es comprensible el deseo de los comensales de pagar únicamente por lo que consumen, especialmente en grupos grandes, la división excesiva de la cuenta puede representar una carga significativa para el personal, especialmente en horas pico. Imaginemos la escena: un restaurante lleno, mesas esperando ser atendidas y un camarero o cajero obligado a desglosar una cuenta de 20 personas, cada una con diferentes bebidas, entradas y platos principales. El tiempo que se invierte en este proceso no solo retrasa el servicio para el resto de los clientes, sino que también puede "descuadrar la caja", como afirman algunos meseros, generando confusiones y errores en las cuentas.

En España, al igual que en México, no existe una legislación específica que regule esta práctica. Esto deja la decisión en manos de cada establecimiento, lo cual abre la puerta a diferentes enfoques. Algunos restaurantes optan por la vía radical, negándose rotundamente a dividir la cuenta en grupos grandes. Otros, buscan soluciones intermedias, como establecer un límite en el número de cuentas que se pueden dividir por mesa o aplicar un cargo adicional por este servicio.

La polémica en torno a las cuentas divididas también nos invita a reflexionar sobre el concepto de "sentido común" en el contexto de la restauración. Acudir a un restaurante en grupo implica, en cierta medida, una responsabilidad compartida. Si bien es legítimo querer controlar los gastos individuales, también es importante considerar el impacto que nuestras peticiones pueden tener en el funcionamiento del establecimiento y en la experiencia de los demás comensales. Quizás, en algunos casos, la solución más sencilla y justa sea designar a una persona encargada de recolectar el dinero del grupo o utilizar aplicaciones móviles que facilitan la división de gastos.

Finalmente, es importante recordar que la situación de las propinas añade otra capa de complejidad a este debate. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en México es clara al respecto: la propina es una gratificación voluntaria, no una obligación. Sin embargo, en la práctica, la línea entre la voluntariedad y la presión social puede ser difusa. En el caso de las cuentas divididas, la gestión de las propinas se vuelve aún más complicada, generando posibles malentendidos y situaciones incómodas tanto para los comensales como para el personal. En definitiva, la cuestión de las cuentas divididas es un reflejo de la constante evolución del sector restaurantero y de la necesidad de encontrar un equilibrio entre las expectativas de los clientes y las realidades operativas de los negocios. Un diálogo abierto y la búsqueda de soluciones creativas son fundamentales para garantizar una experiencia satisfactoria para todos.

Fuente: El Heraldo de México