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4 de julio de 2025 a las 09:35

Jitomatazo: ¿Otro golpe al campo?

La sombra de un nuevo arancel del 20.91% se cierne sobre el jitomate mexicano, amenazando con descarrilar una relación comercial vital para ambos lados de la frontera. Estados Unidos, destino del 98% de nuestras exportaciones de este fruto, y México, proveedor del 55% del jitomate que consumen, se enfrentan a una encrucijada que pone en jaque a la industria hortícola nacional y podría disparar los precios para el consumidor estadounidense. La posible ruptura del Acuerdo de Suspensión de 2019, a partir del 14 de julio, no es un escenario inédito. Desde 1996, México ha tenido que lidiar con las presiones de los productores de Florida, quienes acusan prácticas de dumping y buscan la imposición de aranceles. Hemos navegado negociaciones similares en 2002, 2013 y 2019, siempre con la incertidumbre de una revisión quinquenal. Sin embargo, esta vez la presión política del equipo de Donald Trump añade un elemento de complejidad sin precedentes.

Mientras los productores mexicanos, golpeados por la sequía del último año, luchan por mantener la eficiencia que los ha caracterizado, sus contrapartes en Florida, en lugar de apostar por la modernización y la optimización de costos, recurren a la presión política para levantar barreras comerciales. Esta estrategia proteccionista, lejos de beneficiar al consumidor, amenaza con disparar los precios del jitomate en los supermercados estadounidenses. Un estudio reciente de la Universidad de Arizona proyecta incrementos superiores al 50% en el precio por contenedor, un duro golpe al bolsillo de las familias, restaurantes y cadenas de suministro.

En México, la incertidumbre se traduce en la amenaza a más de 400 mil empleos directos e indirectos, concentrados principalmente en Sinaloa, Baja California, San Luis Potosí, Jalisco y Michoacán, sin contar el impacto en la compleja red logística y de transporte que depende de esta exportación. La responsabilidad recae ahora sobre los hombros del secretario de Agricultura, Julio Berdegué, quien deberá liderar un diálogo firme y con sólido respaldo técnico para defender los intereses del sector. El objetivo es claro: preservar el acuerdo actual o, en su defecto, negociar uno nuevo que garantice el libre comercio y proteja a los productores mexicanos de una competencia desleal.

Más allá de la coyuntura política, es crucial entender que la relación comercial entre México y Estados Unidos en torno al jitomate no es un juego de suma cero. Se trata de una integración económica que beneficia a ambas naciones. Mantener el flujo comercial sin aranceles no es una concesión, sino una decisión estratégica que fortalece la seguridad alimentaria y la economía de dos sociedades interconectadas. El jitomate, un producto tan cotidiano en nuestras mesas, se convierte en un símbolo de la interdependencia económica y la necesidad de construir puentes en lugar de muros. La prosperidad de uno está ligada a la del otro, y en la defensa del jitomate mexicano se juega también la defensa de un futuro compartido.

Fuente: El Heraldo de México