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4 de julio de 2025 a las 07:10

Horror: Abuelos hallan a niña asesinada por su padre

La tragedia ha golpeado con una fuerza inimaginable a la comunidad de San Pablo, en Chimalhuacán, Estado de México. El descubrimiento del cuerpo sin vida de una pequeña de tan solo dos años, sepultada bajo los muebles de su propia casa, ha conmocionado a vecinos y autoridades. La escena, descubierta por los abuelos maternos de la niña, es un crudo retrato de la violencia familiar y la desprotección infantil que, lamentablemente, sigue presente en nuestra sociedad.

Imaginen la angustia de estos abuelos, llegando a visitar a sus nietas, con la ilusión de un encuentro familiar, y encontrándose con una pesadilla. Solo la hermana mayor, de apenas cuatro años, estaba presente, con el cuerpo marcado por los moretones, testimonio silencioso de un sufrimiento inenarrable. De sus labios, una confesión que helaba la sangre: su padre había atacado a ambas, y la menor había sido asesinada con un machete, su pequeño cuerpo luego ocultado bajo tierra y muebles en la sala de su propia casa.

Un relato estremecedor, que obligó a los abuelos a regresar a la vivienda, con el corazón en un puño y la mente nublada por el horror. La tierra removida bajo los sillones confirmó sus peores temores. Allí, enterrada en la precariedad de su propio hogar, yacía la pequeña víctima. La escena del crimen, un macabro escenario de violencia doméstica, deja un profundo interrogante: ¿cómo pudo ocurrir semejante atrocidad?

Las miradas se dirigen ahora hacia los padres de las niñas, Alma Sofía “N” de 23 años y su pareja, quienes se han convertido en los principales sospechosos y se encuentran prófugos de la justicia. Según testimonios de los abuelos y vecinos, el padre, desempleado y consumidor de sustancias ilícitas, ejercía violencia familiar de forma recurrente. Denuncias previas por maltrato infantil, aparentemente ignoradas o desatendidas, añaden otra capa de dolor y frustración a esta tragedia. La impunidad, como una sombra ominosa, se cierne sobre este caso, planteando la dolorosa pregunta de si esta pequeña vida podría haberse salvado.

Mientras la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) realiza las investigaciones pertinentes, la comunidad de San Pablo se encuentra sumida en la tristeza y la indignación. Este caso no es un hecho aislado, sino un reflejo de la vulnerabilidad de muchos niños en nuestro país. Es un llamado urgente a reforzar los mecanismos de protección infantil, a brindar apoyo a las familias en situación de riesgo y a erradicar la violencia doméstica de raíz. La memoria de esta pequeña de dos años debe servir como un recordatorio constante de nuestra responsabilidad colectiva para proteger a la infancia y construir un futuro donde ninguna niña, ningún niño, tenga que vivir con miedo dentro de su propio hogar. El silencio y la indiferencia son cómplices de la violencia. Es hora de alzar la voz y exigir justicia para esta pequeña víctima y para todos los niños que sufren en silencio.

Fuente: El Heraldo de México